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La casa del loco Bob estaba a una distancia lejana podías llegar caminando, pero después de una hora, en cambio en un carro el tiempo es menor y Daniel junto a Sam optaron por la primera opción.

-Yo creo que fue una buena idea, pero cuando se enteren que realmente montamos una mentira nos mataran-.

Los dos fugitivos habían creado una escena enfrente de la casa de Billy Black y se habían salido con la suya. Daniel había fingido un ataque de pánico y Sam se ofreció para llevarla a caminar y despejarse.

-Se que no debí de fingir un ataque de ansiedad y pánico, no debo mentir ni jugar con eso pero no supe que más hacer-.

Sam observaba el comportamiento de la chica que mordía los cueros de sus labios y caminaba mirando al asfalto.

-Bueno no creo que te crucifiquen por eso, se que no se debe tomar a la ligera pero no lo hiciste con una mala intención al contrario tratas de buscar respuestas por tu cuenta, estas ayudando, eso es bueno-.

Dudó si tocarla era una buena idea, pero al no tener una respuesta negativa le proporciono palmaditas en la espalda.

-Eres como un hermano mayor-.

-Bueno es parte de ser el jefe de la manada son cachorros que necesitan que alguien los cuide y los guie al igual que tú-. Le sonrió tan amablemente haciendo que Daniel sintiera una sensación cálida en su pecho.

Después de una hora completa de caminar en la carretera se veía una casa de madera gris, con cortinas blancas. La fachada se ve deteriorada junto con un toque espeluznante.

-¿Seguro qué vive ahí?-.

No lo creía, la casa parece deshabitada, abandonada desde hace mucho tiempo.

-Si, además es la casa de un loco, da con su estilo-.

Subieron las tres grandes escaleras para llegar a la puerta. La madera crujía, se escuchaba el viento como si cantara y no se veía ninguna luz dentro.

Sam toco varias veces la puerta, pero no abrió nadie, opto por ir a ver detrás indicándole a Daniel que no se moviera y si pasara algo que gritara su nombre.

-¡Es inútil!- grito enfadada debía de entrar, tenia que encontrar algo de información.

Giro repetidas veces el picaporte, toco he incluso le grito para que saliera, pero nada paso.

-Tal vez por la ventana-.

Se asomo por ambas ventanas, pero no veía nada estaban opacas por la falta de limpieza en los vidrios.

-¿Y si la rompo?-.

Tomo una piedra se acerco a la ventana con los nervios al tope.

-Estará bien, solo es una ventana y después allanamiento de morada, no pasara nada-.

Impulso su brazo hacia atrás, de un movimiento soltó la piedra cerrando los ojos fuertemente.

El sonido del cristal rompiéndose en pedazos se escucho fugaz. Daniel no podía creer que había roto una ventana ajena intencionalmente.

-Okey, okey, tranquila el vidrio es barato lo podrá reponer, además ya hacía falta otro-.

Los nervios se la comían viva mientras se repetía incontables veces que no pasaría a mayores. Se quito una bota y empezó a tumbar los vidrios que quedaban pegados por la goma.

-Bien aquí voy-.

Al entrar completamente se encontró parada en la sala donde yacía un sillón viejo con el relleno saliendo de las esquinas de los cojines, las paredes no tenían color, todo se veía abandonado, pero al mismo tiempo habitado.

SECUNDARIO CREPÚSCULODonde viven las historias. Descúbrelo ahora