EL CABALLERO CARMESÍ I: CORRUPTA OBSESIÓN

PRELUDIO II: SECRETOS DE VIDA

Los sonidos de ambulancia de hacían presente, era común al estar en el hospital general de la ciudad; Benjamín estaba en urgencias, tras lo que era aparentemente un asalto en uno de los callejones del centro de la ciudad, más cercana al casco antiguo de la misma.

Siendo que el muchacho se encontraba visitando unas oficinas de una joyería para comprar un collar para Irina; es cuando estaba de regreso, hablando por teléfono con un compañero de carrera respecto de un trabajo para el nuevo año que empieza, esto es aprovechado por un puñado de ladrones quienes lo arrastran a lo profundo de un callejón para asaltarle.

Según la versión oficial, fue solamente eso; los asaltantes huyeron ya que se frustró de alguna u otra forma que no se puede comprobar porque no había muchas cámaras en el lugar, al ser uno demasiado oscuro y un punto ciego total.

Irina llegaría corriendo al lugar, bastante agitada y desesperada para saber la condición de su novio, siendo retenida por las enfermeras del lugar, quienes le pedían encarecidamente que se tranquilizara y se sentara.

La madre de Benjamín también llegaría al lugar a los pocos minutos, aunque mostrándose más calmada y segura, era evidente su preocupación por la noticia; ambas mujeres estarían abrazadas, consolándose una a la otra.

Sin embargo, aquella preocupación desparecería inmediatamente al ver a Benjamín saliendo de la sala en una sola pieza, caminando y completamente normal, como si nada hubiera pasado. Este explicaría que al final se frustró el asalto y el puñado de ladrones huyeron.

Irina palpaba desesperadamente a Benjamín, pero seguía sin encontrar nada, ni la más minina herida, ni el más mínimo rasguño, ni siquiera una hilacha en la ropa semiformal que llevaba en ese momento, terminarlo por tirársele encima y apretujarlo con todas sus fuerzas.

El joven trataría de quitar hierro al asunto mientras se encaminaba a la salida del hospital, insistiendo en que no necesita ayuda y que no pasa absolutamente nada; aunque ambas mujeres duden de aquello, terminan por comprarle la historia al salir del lugar.

Se iría junto a Irina en su vehículo, que fue traído por órdenes de su madre; la señora se volvería con su chofer a la mansión, con la palabra de su hijo que van a hablar del asunto más tarde cuando su padre se desocupe.

Benjamín se mantendría durante todo el camino en silencio, ya que efectivamente le asaltaron, sin embargo, lo que ocurrió realmente y que trata de ocultar es que este se había defendido ante los matones.

Este fue embestido por cuatro hombres, estos eran fortachones y corpulentos, uno de ellos le amenazó con un machete, acorralándolo y quitándole todo lo que tenía entre las manos, desde su billetera y el regalo recién comprado, sin embargo, casi que, como un reflejo, uno de estos hombres sería mandado a volar y se estrellaría con gran fuerza en el gran muro de adoquín del fondo del callejón.

Todo causado por un simple manotazo en defensa propia del muchacho, esto causaría gran sorpresa en el muchacho y también en los rufianes, quienes al notar el ataque y a su compañero caído. Aquel que llevaba el arma cortopunzante, se abalanzaría violentamente sobre el joven, tratando de clavarle el gran machete directamente en el cráneo, sin embargo, la afilada hoja se doblaría como si fuera una simple hoja de papel.

Sorprendiendo a Benjamín, quien apenas puede procesar lo ocurrido, aunque la sorpresa sería mucho mayor por parte de los asaltantes, quien uno de ellos empujaría a su compañero e intentaría golpear rápidamente al muchacho, quien reaccionaría casi que por instinto a una velocidad superior a la de una bala y contratacaría con un empujón que tumbaría a su atacante.

Otro le golpearía a espalda, pero la mano del sujeto se rompería como si fuese cristal, el lugar se llenaría de gritos y de alaridos, tras eso los cuatro sujetos huirían a toda velocidad, completamente aterrados y tropezándose entre sí, para terminar, perderse en lo basto del callejón.