Cuando el sol se oculta y todas las personas se regresan a sus madrigueras, para estar sanos y salvos de la gran ola de violencia que aquejan las calles de la ciudad; mientras todos aquellos temerosos e inocentes se esconden, el orden junto a la caballería intentará ganar terreno.
Las grandes tropas se abalanzaban por las grandes avenidas, abriéndose paso con el estruendoso sonido de las sirenas que opacaban todo lo demás, aquel cúmulo de luces se dirigían al distrito sur, saltándose todo cruce posible para llegar a toda velocidad.
La gran caravana se componía desde patrullas convencionales en el frente, hasta furgonetas blindadas con el equipo de mayor calibre que pueden tener las fuerzas policiales hasta el momento.
Mientras se daba esta movilización de las tropas, algunos de los oficiales, aquellos que encabezaban la operación ya estaban en la zona, posicionados estratégicamente en los edificios contiguos, a la espera de la caballería. Vigilando meticulosamente la entrada a La Facultad, el baluarte del imperio del mafioso ahora heredado por su traicionero familiar.
En aquellos edificios se encontraba la oficial Campos, platicando con otros tenientes y capitanes que lideran la redada contra el narcotraficante y mafioso, los hombres se mostraban cerrados ante las propuestas de la joven de bajo rango.
—Solo estoy diciendo que esperemos unos minutos más, armemos un mejor plan, que el equipo de ataque entre por todas las vías, no ir a un ataque frontal... —Propone ella.
—Oficial Campos, si usted busca hacer tiempo para que su amiguito llegue y entorpezca una labor policial de alta importancia, está muy equivocada. ¿Cree que le vamos a escuchar luego del desastre que su amigo causó en la comisaría?... Si lo sigue creyendo, pues tenemos un grave problema. —Habla uno de los sujetos, con un tono más ofensivo y burlesco hacia la mujer.
La oficial no tiene más remedio que callarse y voltearse, para seguir inspeccionando la zona, haciendo tiempo para que el equipo especial llegue para iniciar el gran ataque a la fortaleza.
Sin saber que, en el suelo, Benjamín Crusoe llega a la zona, este lleva una campera café y jeans rasgados, llevando a sus espaldas una mochila, el muchacho tiene un aspecto descuidado y demacrado. Este golpea fuertemente la puerta metálica que marca la entrada al lugar.
La gran puerta se abriría mostrando a los imponente guardias que controlan la entrada de los invitados, estos observarían de pies a cabeza al muchacho, quien pasado unos segundos solo se limitaría a pronunciar un par de palabras, con un tono que arrastra ira.
—¿Sabes quién soy?
—Sí... eres el hijo del político... —Responde el corpulento hombre en un tono sobrado y duro.
—Entonces sabes que quiero ver a tu jefe...
El hombre abre la puerta y deja pasar al muchacho, dirigiéndolo directamente por los grandes salones de fiestas que estaban totalmente desbordados de personas bailando, riendo, gritando y bebiendo. El lugar estaba completamente inundado en música, por lo que nadie podría darse cuenta de la redada policial que está a punto de ocurrir en las afueras del lugar.
Se podía ver que había una cantidad nunca antes vista de seguridad dentro del local, repleto de guardias y de matones armados hasta los dientes, en cierto sentido es algo esperable; pero se destaca la impresión de que en verdad buscará combatir con la fuerza de la policía, inclusive si hay civiles en medio.
Cuando Benjamín llegó a la oficina, pudo ver a Narciso Barlie, completamente confiado y atrincherado en la vieja recámara de su primo, este al notar que estaba el hijo de un ex socio se levanta de su escritorio para recibirle.
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EL CABALLERO CARMESÍ I: CORRUPTA OBSESIÓN
Sci-fiPresenciamos al Cruzado Carmesí en su tercer año como vigilante enmascarado en la ciudad de SuurLinn, en donde deberá de enfrascarse en una cacería contra un asesino que atenta contra las figuras políticas más importantes del país ficticio de Waffe...