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Cecil

29-septiembre

¡Mierda, Cecil! — gritó mi madre —pero esto no hubiera pasado si no te hubiéramos dejado sola.

—¡Pero lo hicieron como siempre! —exploté.

—No, no vengas a culparnos de tus estupideces —acusó Andrew

—Ay por favor, enserio le llamas estupideces a lo que también te genera dinero para llevar la vida que tienes.

En mi cuarto sonó el sonido del golpe en mi mejilla por parte de mi madre.

Silencio.

De nuevo mis lagrimas quisieron salir. El hacer ese simple gesto me aterraba a pesar de que es lo más normal del mundo; sin embargo, sentía que yo no tenía derecho de ese privilegio. Ya que eso sería una arma demasiado poderosa para que los demás me vieran más vulnerable de lo que ya era.

Esta era la ¿cuarta? ¿sexta? Honestamente perdí la cuenta de las veces que he estado en la portada de alguna revista o imágenes con montaje incluido haciendo notar más mis errores. Pero bueno, creo que eso era lo único que sabía hacer.

La puerta de mi habitación se abrió dándole paso a Nalla, salte de la cama y fui directo a ella.

—Esperemos y recapacite contigo.

—Creo que no es momento Georgina.

Nalla era mi mejor amiga, nos habíamos conocido en el preescolar. Pero el tiempo jamás será suficiente para conocer a una persona.

—Sácame de aquí por favor— pedí.

Ella asintió.

Fuera de la habitación escuche como mi madre les gritaba a todos que quería que encontraran a Marck, que ella no iba a dejar que se manchara más mi nombre.

Sentía tanto miedo por él. No quería que le hicieran daño, teniendo en cuenta que su reputación era mejor que la mía.

¡Pero es que yo le advertí!

—¿Qué paso Cecil? —me preguntó Nalla mientras íbamos hacia el auto.

—No ves redes sociales o que.

—No desquites tus malos momentos conmigo, solo estoy preguntado por qué me preocupo por ti.

—La gente me odia, piensan que soy una mujerzuela... —Quería gritar, todo estaba saliendo tan mal.

Deseaba morirme, no existir... simplemente quería estar en otro mundo paralelo en donde tal vez me aceptaran.

—¿Y el quien es?

—No tengo idea.

—Cecil, no compliques más las cosas.

—¿Es que de verdad no se?

Solo sabía que se llamaba Marck, veintisiete años, su grado de seriedad que parecía que no reía ni una sola vez en su vida. Ni siquiera en internet salía algo de información de él, parecía que solo era un espectro y que solo existió en ese preciso momento.

Pero era tan real que se sentía extraño recordarlo, al punto de que mi estomago se retorcía con violencia y mi cuerpo perdía la termorregulación. Y a pesar de que no le hizo caso a mi primera advertencia lo quería volver a hacer.

La angustia desapareció cuando me fui a mi lógica, si lo encontraban íbamos a salir rápido de esto ya que algo tan pequeño lo estaban haciendo inmenso. Las personas no pensaban lo mismo, pero así es el espectáculo, buscan cualquier cosa para generar dinero y por mala suerte Marck y yo fuimos esa cualquier cosa.

Green queen [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora