Cecil
Octubre
—Probablemente si hicimos una cosa bien.
—Al menos fue invitada.
Andrew y mi madre me voltearon a ver con desaprobación, mientras le intentaba poner atención a mi profesor de piano. Sus manos arrugadas eran las que se llevaban más mi atención, porque pensaba que se sentiría llegar a esa edad sin haber logrado nada, después observe su cabellera gris deseando tener esa sabiduría que me brindaba en cada toque musical. Por último, estaba mi reflejo sobre la madera del piano y no había nada más que falsedad, frustración y fracaso.
Mi madre había recibido una invitación de los premios más importantes en la industria de la música para que yo asistiera, lo cual me había hecho pensar en por qué debería de asistir si no había una nominación de por medio. Probablemente eso lo hacían más por morbo o por espectáculo, eso era lo que buscaban de mí.
Hasta cierto punto llego a ser cansado.
—Preparare todo para que luzca—me volvió a mirar Georgina de arriaba abajo—... bien. A nadie le interesa ver a una cantante con sobrepeso.
Mi toque en el piano había desaparecido, mis manos bajaron lentamente a la parte de mi estómago, sintiéndome mal por la veces que comí de más, seguido fueron mis piernas recordando las veces en las que creí que me pude ver bien con vestido.
Pero tenía razón.
Volví a tocar como si nada hubiera pasado. Luchando contra mis lágrimas y pensando en lo quería cambiar de mi cuerpo para poder interesarle a la gente, para que las revistas dejaran de ver lo malo en mí y se tomaran el tiempo en conocerme.
Para que ese maldito apodo me dejara.
Para que alguien me amara de verdad y no tuviera que fingir conmigo solo por una simple fotografía.
Y para que dejaran mi vida en paz, porque no todo quería que fuera público.
—Vendrá mañana la diseñadora—avisó—para que hoy no cenes y empecemos una dieta.
—Está bien, mamá.
—Por cierto, les tengo algo nuevo— intervino mi mánager—que te parece iniciar con campañas publicitarias.
—Creo que ya te tienen ocupada—susurro el profesor.
Lo había tomado como que la clase había terminado. Sonreí débilmente al observar como a él nadie le daba órdenes y solo salía sin temor a nada.
—¡Eso sería bueno! — sus ojos se habían iluminado y no precisamente por la ilusión de tener a una hija modelo sino por la cantidad de dinero que podríamos obtener—como no lo pensé.
Me levanté de mi asiento y me dirigí hacia mi cuarto, obviamente ni siquiera se percataron de eso. Simplemente se quedaron planeando mi vida.
Justo cuando iba a entrar a mi habitación una voz conocida me hizo voltear con alegría que al instante desapareció.
—¡Cecil! — exclamó.
—Nall...a— Mis palabras se ahogaron al momento que gire—. Tu...estilo...es...bonito—solté la última palabra de golpe.
La sorpresa corría y perdí las cuenta de la veces que se me dificulto pasar saliva y mi frente dolió de tanto fruncirla, observe con más detenimiento a Nalla, la cual había sustituido su cabello rizado y castaño por un rubio y lacio... como el mío. Le di más atención a sus ojos y creía que estaba alucinado, pero eran casi el mismo gris que el mío. Pero mi cabeza no estaba fallando cuando recordaba que sus ojos eran color avellana lo suficientemente bonitos para no querer cambiarlos.
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Green queen [#1]
Ficção AdolescenteEl debut musical de Cecil Thalassa no fue como se esperaba, tenía odio de millones de oyentes, ni siquiera estaba en algún top musical, conciertos sin llenar, múltiples críticas hacia ella que iban más de lo profesional y una vida privada que ya no...