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Cecil

Julio

Me encontraba recargada en la pared del baño; mareada, con los ojos llorosos y la garganta irritada. Pero por más que lo intentaba no podía detenerme y juro que lo intentaba.

Siempre lo hacía.

En cada arqueada, me miraba en el espejo y mi reflejo me daba asco, rabia...

¡Maldita sea! habían pasado seis meses y en mi vida nada podía mejorar, cada vez el fracaso me inundaba y las exigencias de Georgina se hacían más fuertes y conforme a eso, parecía que yo me hacía más débil.

Sali del baño y lo limpie como si no hubiera pasado un infierno durante los últimos meses ahí adentro.

Saqué una báscula de la cómoda que tenía a un lado de mi cama, la encendí y me subí en ella; los números se iban acomodando conforme a mi peso, y poco a poco las lágrimas resbalaron hasta que el sabor salado había llegado a mi boca. Doscientos gramos había subido, la suficiente cantidad para pensar que incluso eso lo estaba haciendo mal.

Mi peso estaba por debajo a lo que tenía que ser, pero las agencias de publicidad con las que estaba trabajando me pedían estética y tenía que centrarme en ser "bonita" para el público.

Cada vez me sentía menos persona y más como un objeto.

Había cumplido veintidós años y la frustración que sentía al todavía no ser lo que en algún momento había planeado, me estaba dejando sin salida. Se suponía que a esa edad yo ya debía ser una cantante famosa, reconocida por sus éxitos y no por sus errores. Pero por más que lo intentaba siempre volvía a lo mismo.

Quería volar, pero mi madre me había encadenado a ella.

Ella controlaba mi trabajo.

Ella controlaba mi cuerpo.

Ella controlaba mis sentimientos.

Yo solo era su títere y a pesar de eso siempre la trate de entender.

Durante todo ese tiempo, Andrew y Georgina me habían conseguido diez campañas publicitarias, para marcas muy reconocidas, las cuales el público no lo había tomado bien, pero tampoco mal, es decir había gente que por una extraña razón me seguía y decían querer ser yo.

Ni siquiera yo tenía bien claro quién era.

¿Cecil Thalassa? La hija de una exmodelo muy reconocida en los años noventa y teniendo en cuenta que tenia de padrastro a William Thalassa el mejor actor de cine de todos los tiempos.

¿Green queen? Una estrella musical que se hizo famosa gracias a las influencias de sus padres, tal y como lo decían sus canciones, la que estaba pintada de verde por todo lo malo que emanaba.

O ¿simplemente Cecil? La que cambio su cuerpo a causa de una dismorfia corporal, que había creado cuando salieron las primeras fotos de la campaña publicitaria.

Tenía bien claro que las personas que me odiaban se tomaban el tiempo de hacer Photoshop en mi cuerpo para que me viera más subida de peso o con deformaciones en el; la redes sociales se inundaban de esas fotos.

—Cecil—llamo a la puerta mi madre y la abrió sin importarle que no le haya contestado—¿Qué estás haciendo? —inquirió mientras le daba la vuelta a mi cama para encontrarme hincada.

Su mirada obtuvo un desprecio al ver como guardaba la báscula.

—Solo me estaba pesando—murmuré—. Cuidándome, como tú siempre me dices— me corregí, retomando mi postura.

Green queen [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora