parte 1

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Despertó a la mañana con todo su cuerpo doliendo por la mala posición en que durmió, no solo por la posición sino que era una cama pequeña donde hacían caber a los dos.

Después de asearse por completo, acomodó un poco su pequeño hogar y se apuró en preparar el desayuno para él y su novio.

¿Se le podía llamar hogar? no había momento en donde no se lo replanteara.

Mientras cocía los huevos sintió a Finn atrás removerse en la cama y un escalofrío recorrió toda su espina dorsal pero siguió haciendo lo suyo. La incomodidad se asomó totalmente cuando lo oyó levantarse y caminar hasta su lado.

- Buenos días, Louis.- Deja un beso sobre su mejilla.

Louis trata de sonreír, pero la herida en sus comisuras no lo deja.

- Perdón, yo no se qué me pasó anoche. - susurra y apoya su frente en la cien de Louis. De repente el ojiazul reacciona y se aleja un poco. Aún estaba dolido por lo que había ocurrido anoche, aunque siempre lo está por como su novio lo trata, está acostumbrado.

Anoche Finn volvió a golpear a Louis. Lo ocurrido es diario, por cualquier motivo o por cualquier cosa que el menor dijera.

- No pasa nada. - suspira.

No pasa nada.

Sirvió el desayuno y comieron en silencio.

Louis sintió tranquilidad cuando la puerta se cerró y quedó solo, pero su llanto no tardó en aparecer. Le dolía tanto el corazón. Se sentía desamparado, solo, vacío y con un nudo el la garganta.

No era feliz. ¿Quien sería feliz con la vida que el llevaba? Necesitaba a sus padres pero ellos les habían cerrado sus puertas en la cara, y Finn...

Finn era lo único que tenía aunque a veces se sintiera culpable por hacerlo enojar.

Se mira en el reflejo de la ventana y los cardenales en sus brazos son visibles a lo lejos. Apenas le da importancia y sale hacia el baño que compartía con los vecinos.

Su vecina estaba usando la lavadora y le sonríe apenas lo ve, entraría rápido porque sino le preguntaría que le había pasado.

- ¿Cómo estás, querido?

- Buen día, Stella.

Stella frunce el ceño cuando después lo vio meterse a su casa y minutos después salir de nuevo para ir a trabajar.

Llegó muy apurado y hoy le tocaba atender a él debido a que el señor Adam por ésta semana se encontraba enfermo.

No había nadie en la tienda, a la mañana temprano nadie venía ya que la mayoría de las personas esperaban salir de sus oficios para hacer compras.

La campanilla de la puerta sonó y un chico más o menos alto entró.

Que guapo.

No lo miró tanto y permaneció sentado frente a la caja registradora escribiendo en su libreta y pegó un saltito cuando el chico lo habló.

- Dilsculpa, te asusté. - le habló despacito.

- No te preocupes.- le contestó amable.- ¿Sólo llevarás esto?

- Si.

Sentía la intensa mirada del joven cuando estaba anotando en la máquina.

Sus rizos, oh por Dios.

- ¿Estás bien? - de repente preguntó.

Louis frunció el entrecejo y asintió. - Eh...

- Lo siento, es que acabo de ver una lágrima caer por tu mejilla. Además de que no luces para nada bien, y tu boca... - señaló allí.

Oh, estaba llorando inconscientemente.

- No te preocupes estoy bien. - trató de articular de manera inaudible, mordiendo su labio inferior.

- De acuerdo. - el otro accedió para nada seguro y pagó los productos de la tienda.- Yo...

- Gracias, que tengas un buen día.

-Espera. - sonríe un poco. - Soy Harry.

Me Salvaste (l.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora