La caligrafía era hermosa, la puntuación estaba realmente bien cuidada y el suave tono lila pastel de la hoja en la que estaba escrita la nota llamaba la atención.
"Escuche a Jeon decir que no saldría contigo por ser infantil, que se joda, ser infan...
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Taehyung solo quería saber... ¿Qué mierda hacía Jungkook allí? si el edificio de Bellas artes (el suyo) y el de Bachiller deportivo (el de Jeon) se encontraban a dos edificios de distancia.
Tenía cinco minutos esperando a que el rubio que veía a la distancia, trás la puerta de cristal y perdido en el celular, se fuera de allí.
No quería cruzarse con el y en un principio encerio esperaba que se encontrará esperando a su prima Somi, pero no era así, la rubia había salido del edificio un par de minutos atrás y se retiró después de cruzar unas pocas palabras con el tatuado, dejando más que claro que no era ella a quien estaba esperando.
—Es de cobardes no hacer frente a las cosas que te incomodan o te duelen –recordó aquella frase dicha por su abuelo en voz alta, tomando valor y una gran bocanada de aire.
Dejó escapar el exceso de ese aire y tomó con firmeza la libreta de bosquejos que se sostenía de su mano derecha, saldría por esa puerta ignorando olímpicamente al chico, se encontraría con Jimin en la entrada, irían por un helado y llegaría a casa directo a charlar con su abuela, como si nada, como si en sus planes para ese día jamás se hubiera cruzado Jeon Jungkook.
Y para cuándo lo pensó bien, sus pies ya recorrían el camino que ya conocían, saliendo del edificio sin una sola pizca de duda.
Cuándo abrió aquella puerta de cristal, cuándo salió, cuándo dió esos primeros pasos fuera y lejos de allí, sobre todo cuando el rubio ni se inmutó, en ese momento se permitió sonreír un poco, había estado minutos enteros dentro del edificio temiendo que el rubio se le parara enfrente al querer retirarse y ahora se daba cuenta que había sido todo en vano.
Pero su mano fue sostenida con firmeza apenas unos pasos más de distancia.
Jeon le había dejado probar la victoria de forma cruel y falsa, al parecer.
—Vamos a hablar, Taehyung –aquello no fué una petición.
Fué un aviso.
Uno que le hizo tensar la mandíbula y tomar con mayor fuerza aquella libreta entre sus dedos.
Con lentitud y frialdad reflejada en la cara, se giro un poco. ¿Jeon quería hablar? Entonces hablarían.
—Bien –Aceptó, haciendo sonreír al de perforaciones– pero después de hablar, me dejaras en paz, no te volverás a cruzar frente a mi y no vas a volver a escribirme nunca más –demandó.
Jungkook mentiría si dijera que no se sintió sorprendido por aquella nueva faceta y atraído hasta cierto punto, ¿Dónde estaba todo ese niño mimado e infantil?.
Lo pensó un poco, pero asintió.
—Trato hecho –le dijo con una sonrisa aparentemente inocente y amigable, Tae ya no confiaba en esa sonrisa.
No confiaba en ÉL.
—Entonces habla –Finalizó.
Lo que Taehyung no recordó en ese momento, fué que su abuelo también solía decir que a veces es mejor no escuchar a la gente, sobre todo a los que te traicionaron o en los que no confías.
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