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— Míralo... como todo un idiota — murmuró con molestia, Carlos rodó los ojos por décima vez en el día.
— Deja ya de mirarlo. — siguió masticando su almuerzo con normalidad.
Sergio siseó sin apartar la mirada.
Los murmullos y voces en toda la cafetería solo aumentaban el dolor de cabeza en el tapatío. Apretaba tan fuerte la mandíbula que creía que sus dientes se romperían.
A lo lejos, el estúpido de Max coqueteaba con una chica nueva de pelo rojo y uñas postizas.
— y según dice que no coquetea con nadie — murmuró picando la comida con el tenedor.
— acéptalo Sergio, te mueres de celos — Carlos dijo.
El mexicano casi lo ahorca.
— No digas estúpideces, Carlos
— Es la verdad, mira como te pones, te enojas cuando coquetea con una persona pero también cuando te coquetea a ti ¿que es eso entonces?
— Eso.. eso no es verdad — contestó regresándole la mirada a su amigo.
— Claro que lo es, y lo sabes. Deja de negarlo — Respondió
El mexicano se quedó en silencio por un instante.
— bueno... — murmuró, regresó su mirada al rubio y la escena que vió no le gustó para nada la mujer se acercó peligrosamente a los labios del chico, pero el la detuvo. — Míralo, es lo único que sabe hacer, meterse con todos
Sintió la molestia retorcer su estómago.
Carlos volvió a rodar los ojos.
— el día que aceptes que Verstappen te gusta, ese día seré feliz
— ¡No me gusta! — atacó — ¿a cuantos les voy a tener que decir que ese tipo no me interesa?
Estaba harto de que todos pensaran que le gustaba ese tipo tan ordinario y patan.
El español alzó la maños en señal de piedad y rendimiento. — Tranquilo Chequito, solo decía.
— Pues no digas tonterías, mejor vete a besarte con tu noviecito.. este ¿como dijiste que se llamaba?
Preguntó rascándose la nuca.
— Charles, te lo presenté hace seis meses y aún se te olvida su nombre — Carlos se quejó abiertamente.
— Si, ándale Charles — murmuro —Ups, lo siento es que se me olvidan los nombres, ya sabes esta falta de memoria — se excusó.
— Claro, a veces te olvidas de mi nombre, pero el de ese chico, el rubio ese si te lo sabes — intentó averiguar.
— Claro que no — Chasqueó la lengua.
— Entonces, ¿como era.. Máximo, Maximiliano, Emiliano...— hizo pose de pensante.
— Es Max Emilian Verstappen — respondió sin más, miró a su amigo con cara de "infórmate o algo".
Sainz sonrió y pensó "te tengo"
— bueno, te sabes su nombre entero pero no te interesa — murmuró, el tapatío lo miró con la ceja alzada — ¿a que te refieres?
— ¡Oh vamos! Deja de engañarte Sergio, no puedes seguir viviendo en esa burbuja, ese tipo de trae como loquito pero no eres capaz de aceptarlo.
— ¿!a mi?! ¿Ese tipo? — alzó la voz — ¡Nunca! Primero me caso con... — murmuró mirando hacia todos lados — Con Lewis o alguien así.
Su tono de voz atrajo algunas miradas.
— viene hacia acá — Carlos dijo de pronto.
Sergio murmuró un par de palabras nerviosas y se sentó recto intentando parecer indiferente.
— pero, quien está por aquí, pequitas ¿cuando me harás el honor de poder salir contigo?
Ignoró la presencia del español en la mesa.
Sergio suspiró.
— Déjame pensar — murmuró — ¡Nunca!
El rubio sonrió.
— Estaré esperando el día con ansias.
Carlos realmente se sintió como un mal tercio, miró hacia todos lados y comió en silencio aún así escuchaba cada palabra.
— Será el día de tú muerte — sentenció el pecoso, Max soltó una risa. — a veces me duele que seas tan duro conmigo pero no importa..
El rubio hizo expresión de dolor falso.
— Lárgate de mi vista y no me dirijas la bendita palabra. — Sergio señaló hacia la puerta, que se marchará de ahí.
Carlos realmente estaba incomodo.
Era tan obvia la atracción entre los dos.
Pero su amigo es demasiado terco
— es tu día de suerte, tengo que entrar a clases.. pero te veré por la tarde, lindura. — volvió a coquetear con él.
— ¿a clases? — se rio — ¿Tú? Por favor, te la pasas tonteando con tus amigos y con Kelly por los pasillos, lo último que creo de ti, es que vas a "clases"
— Lastima que no me creas lindura, pero si tengo clases — se lamentó fingidamente — espero que estés ansioso por verme
Le mandó un beso volador.
Sergio apretó sus puños ante el repentino mareo de nervios y movimientos extraños en la boca del estómago.
— Ni en tus más grandes sueños, Vertstappen
— Eso veremos, Perez.
Se dió la vuelta y se marchó.
El mexicano se permitió respirar con tranquilidad — ¡Que maldita tensión! Estoy esperando el momento en el que lo besas y después te enamoras
Perez se quejó en voz alta, se olvidó por completo de su amigo.
— Tienen mucha tensión — dijo emocionado.
— Cállate Sainz
— Yo solo decía — murmuró alzando los hombros.
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