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— Que te halla dado la oportunidad de acercarte a mi, no significa que puedes estar tocándome y viéndome como si fuéramos a comprometernos

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— Que te halla dado la oportunidad de acercarte a mi, no significa que puedes
estar tocándome y viéndome como si
fuéramos a comprometernos.

El mexicano dijo con fastidio al notar como
el Rubio lo miraba insistentemente desde
hace minutos

Recargó su espalda contra el tronco del
árbol, con ganas de morirse en ese momento, Carlos casi lo obligó a aceptar pasar un
tiempo a solas con el neerlandés y ahí estaba.

Los días pasaron y Max comenzó a ser un
poco más  cercano, por lo menos podían
tener una charla sin que Sergio le golpease.

En ocasiones Verstappen se quedaba embelesado viéndole y él se ponía todo torpe
y nervioso, sentía que esos ojos azules lo perseguía a todos partes, lo único que lo tenía contento ahora, era el hecho de que Max ya
no coqueteaba con nadie que no fuese él, por alguna razón, eso le hacía sentir de alguna forma "poderoso" Max Verstappen solo le coqueteaba a él entre tantos chicos y chicos.

A veces tenía ganas de sonreírle de manera
orgullosa al estúpido de Lando Norris quien
se moría por el rubio desde que llegó.

— ¡Ya, deja de mirarme! — explotó en un manojo de nervios.

— Lo siento, pequitas... — exhaló el rubio, como si estuviese encantado con solo ver
al mexicano. — Es que no puedo evitar
mirarte todo el tiempo, eres... tan, hermoso
mi amor...

El corazón del mexicano vibró latentemente
y con las mejillas sonrojadas exclamó.

— ¡NO ME DIGAS MI AMOR! — Gritó, agradeció el hecho de que no había más personas cerca.

Max río con fuerza y se recargó aún lado
del pecoso, ambos sentados con el viento
ligero moviendo sus cabellos, se sentían cómodos estando cerca.

Aunque Sergio moría de nervios.

— Aún estás demasiado a la defensiva —
siguió riendo, El pecoso lo miró con la ceja alzada

— Max, yo se que te dije que podíamos conocernos mas, pero eso no significa que puedas estar diciéndome pronombres ni mucho menos tus piropos de mal gusto.
— hizo una mueca de fastidio.

— Se te encantan mis piropos, tu lenguaje físico no puede esconderlo — empezó con
un suspiro y fue acercándose de poco a poco
— te estremeces con mi cercanía, tus rostro brilla y tu mirada siempre está buscándome.
— ¿Crees que no se como miras mis labios?

Resumió, ante la proximidad del rubio,
Sergio se encogió un poco e intento alejarse pero no podía porque se sentía acorralado entre Max y el árbol.

— n-no, eso no es verdad ¡aléjate!

— ¿Quieres comprobarlo? — canturreó juguetón, mordió su labio inferior, deseoso
de encajar sus labios con los del menor.

   益 𝐁𝐋𝐔𝐄 𝐄𝐘𝐄𝐒 ✶ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora