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— Eres algo más que el amor de mi vida — Cantó quedito el rubio, Sergio hizo una mueca no sabía l de donde el rubio sabía de esa canción

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— Eres algo más que el amor de mi vida —
Cantó quedito el rubio, Sergio hizo una
mueca no sabía l de donde el rubio sabía de
esa canción.

— ¿que cosas proliferas? Lo que le has de
decir a todos, seguramente. — se cruzó de brazos

— Me gustaría decirte que me encantas —
murmuró.

Sergio quiso llorar y patalear hasta que el rubio se alejase de él y dejará de hacerle
sentir de esa forma.

— y a mi, me gustaría decirte que me tienes harto, cansado con tus tonterías y que deseo que me dejes tranquilo. — contestó fingiendo indiferencia.

¿Por que lo fastidiaba tanto?

— Me gustaría ser tu pijama para acostarme
contigo. — ronroneó guiñando un ojo.

Sergio contuvo la respiración de nuevo.

Algo en su pecho se agitó.

El mexicano se dio la vuelta para irse, ignorando la presencia del rubio y su
estúpida sonrisa, pero éste lo detuvo.

— ¡Suéltame, rubio idiota! — se exaltó.

Verstappen exasperado, estampó con un
poco de fuerza al tapatío en la pared y lo acorraló.

— Me estoy cansando de tus insultos y
créeme que no te gustará verme molesto — bajó la voz hasta el punto de sonar intimidante.

Sergio se sintió cohibido, pero no se permitió
verse afectado.

— Puedes cansarte todo lo que quieras,
eso no cambiará mi visión sobre ti —
contestó tajante.

La mandíbula del rubio volvió a tensarse
y se inclinó aún más al pecoso.

— Tu te cansarás primero, de esconder lo
que sientes por mi.. y entonces podré
besarte como tanto lo deseo. — murmuró.

— ¿Eso crees?

— No lo creo, estoy seguro.

— No pasará ni en tu imaginación, Emilian
— intentó ocultar los nervios que tenia.

— mi imaginación es demasiado grande,
cruza tus límites, en ella eres mío.

Sergio soltó una risa, con la intención de ocultar sus  nervios y verse un poco más ¿difícil?

— Pues ahí se quedará.

— créeme que no, me encanta el iris de tus ojos, el lindo color de ellos. — murmuró un poco embelesado el más alto. — Eres mi Epifania

— Deja de repetir tonterías, estoy seguro
que todo lo que me dices, se lo has dicho a Kelly

— No sueltas a la pobre Kelly — negó con la
cabeza.

— Porque todo el día estás con ella, y sabes
que a mi que me importa, estoy esperando ansioso el día en el que me dejes tranquilo
y entiendas que no quiero nada con una persona como tú.

Su tono de voz fue tan serio.

Verstappen solía tomarse las palabras del
otro como broma pero por alguna razón
ellas si le dolieron, un poco solamente.

Su sonrisa se borró.

Sergio se quedó en silencio, procesando sus propias palabras. Se sintió un poco culpable, tal ves no debió ser tan duro con el rubio.

— Mhmm... Lo siento

— No te preocupes, lindura.. quisiera decirte algo que llevó pensando desde hace tiempo.

Sergio deseó no volver a escuchar uno de
esos piropos tan raros que el alto solía decir
normalmente.

— Amar es este tímido silencio cerca de ti,
sin que lo sepas, y recordar tu voz cuando
te marchas y sentir el calor de tu saludo-

— ¿Estás recitando un poema? — le interrumpió sorprendido.

— E-eh si...

El mexicano no supo cómo reaccionar.

Todo era tan confuso

¿Por que seguía ahí? Lo había tratado mal,
le insultó miles veces y éste seguía ahí coqueteando con él, era bastante raro.

Además nadie lo había querido nunca, eso debía ser alguna broma o algo por el estilo.

Tal vez es un reto de sus amigos.

Al fin de cuentas, ya lo había vivido antes.

— ¿Por que sigues aquí? — indagó sin poder
evitarlo — te he tratado de lo peor y sigues
tras de mi ¿es un reto, verdad?

El rubio expresó su indignación en su ceño,
formó una línea con sus labios.

— ¿Acaso no es obvio? Me gustas y quiero
salir contigo... pensé que era obvio.

— G-Gustarte? Ehh... — el pecoso trató
de huir de los ojos azules del más alto,
aquellos ojos que brillaban como un par
de diamantes bellos.

Miro hacia todos lados, buscando alguna excusa o salvación de la vergüenza y nervios que estaba experimentando.

Su expresión brilló al encontrar a su
Salvador entre los estudiantes.

— ¡Lewis! — gritó.

El británico alzó la mirada al oír como lo llamaban por su nombre, eran buenos
amigos y compartían algunas clases.

— ¡Sergio! — lo saludó, el mexicano huyó
ante el desconcierto del rubio.

Se colgó del brazo del moreno y casi lo
arrastró lejos del neerlandés.

Max tensó la mandíbula, cerró los puños
hasta el punto en el que estos se volvieron blancos. Miró como el mexicano arrastraba
al británico lejos de su presencia.

Se cruzó de brazos y se apoyó en la pared donde acorraló al mexicano, le ardía el estómago de ver la cercanía que el mexicano mantenía con el Moreno.

Cada vez se le hacía mas difícil estar cerca
de Sergio.

Se estaba cansando de ello.

Tendría que recurrir a otras cosas.

— ¿Cuando entenderás que eres mi Serendipia...

— ¿Cuando entenderás que eres mi Serendipia

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   益 𝐁𝐋𝐔𝐄 𝐄𝐘𝐄𝐒 ✶ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora