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El pecoso se dirigía hacia el salón de clases, iba tarde así que caminaba apurado haciendo que el contoneo de sus caderas sea un poco más llamativo

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El pecoso se dirigía hacia el salón de clases,
iba tarde así que caminaba apurado haciendo que el contoneo de sus caderas sea un poco más llamativo.

No se dió cuenta de la mirada lasciva que un
sonriente Verstappen le obsequió desde que
puso un pie en la universidad.

¡Oye! ¿No te duele la espalda? Por culpa
del perro.

Sergio chasqueo la lengua cuando la
fragancia del neerlandés chocó en su nariz, pudo sentir su cercanía y de pronto su corazón latió efervescente.

— ¿que perro? — realmente tenía prisa y no tenía paciencia para Max.

El perro culazo que te cargas, mi vida.

Pérez rodó los ojos. — Ush, no se porque pierdo mi tiempo contigo, siempre estás diciendo tonterías.

Se dió la vuelta para irse pero la mano del rubio lo detuvo.— Pequitas.. necesito que aceptes tener una cita conmigo  o voy a enloquecer. — murmuró. — Eres como el
Mar demasiado implacable y rebelde pero hermoso, lleno de belleza natural.

— Pues enloquece, conozco un número de
un psiquiátrico yo te llevo si quieres. — alzó
los hombros e intentó retirarse ignorando
las otras palabras  que le dijo.

— Tu rechazo me enloquece, pero se que te mueres por mi, tus ojos no pueden ocultarlo.

— Si, Claro. — el mexicano soltó una
carcajada de sarcasmo. — ya te lo dije,
Ni - en - tus - más - grandes  - sueños - Verstappen.

El antes mencionado, mordió su mejilla interior y en un simple movimiento rodeó la cintura del mexicano  y lo atrajo hasta que
sus rostros estuvieron  a unos cuantos centímetros.

— q-que.. ¿¡que haces, imbecil?!

— ¿que harías si te como a besos, eh? — Max
le intimidó con su cercanía y su espléndida sonrisa de coqueteo.

— Te mato, ¿entiendes? — respondió entre
dientes.

El pecoso inconscientemente retuvo la
respiración ante la cercanía tan perfecta
del rubio, por unos segundos juró sentir
el corazón dilatado en el pecho de Max.

— Que agresivo eres conmigo... — se quejó
con un puchero en los labios.

— Tu te lo buscas con tu forma de ser.

El rubio siguió con un puchero en sus labios
— ¿que hice mal?

— ¿sabes que hiciste mal? Existir, ser ese
maldito mujeriego que sueles ser
normalmente. — respondió con brusquedad.

— Ya veo, estás celoso.

— No — estaba empezando a cansarse de eso,
todos decían lo mismo, se quedó en silencio
por unos segundos y entonces se percató en
la situación tan comprometedora en la que estaba involucrado.

   益 𝐁𝐋𝐔𝐄 𝐄𝐘𝐄𝐒 ✶ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora