UNO

447 48 1
                                        

Jimin experimentó el miedo y la confusión en cuanto los cuatro hombres lo rodearon. Se suponía que debería estar a salvo en Bartock. En esta ciudad los hombres lobo tenían prohibido atacar a los humanos. Pero los cuatro hombres que lo habían agarrado en la acera y que lo arrastraron hasta el callejón, no estaban siguiendo las reglas. Lo habían liberado, pero no podía escapar porque había una pared entre los dos edificios.

Tres de ellos eran rubios y se parecían bastante. Seguramente eran hermanos. El cuarto era moreno y no se parecía en nada a sus compañeros. Estaban mirándolo en silencio y tuvo la sensación de que estaban jugando con él, como si fuera un ratón atrapado en una jaula. Y probablemente lo era.

El más cercano a él le estaba mostrando los dientes. Eran afilados y su boca era demasiado larga para ser normal. Al hombre a su derecha le estaba brotando tanto pelo en sus brazos que parecían alfombras y su rostro era demasiado peludo. También tenía los ojos desorbitados. El alcohol en un hombre lobo hacía que le resultara más difícil mantener su apariencia humana y por lo menos dos de ellos habían bebido lo suficiente como para hacerle saber lo que eran. El olor a alcohol en sus alientos era demasiado fuerte.

—Soy humano—, dijo en voz baja —Alejaos de mí.

—Totalmente follable— El rubio lo miró de reojo — Estábamos buscando una puta y ahora la tenemos. Yo digo que lo hagamos por edad

El otro rubio gruñó suavemente. —Lo dices porque eres el mayor. Lo haremos por tamaños. Del más pequeño al más grande así ella sobrevivirá más tiempo.

Sabía lo que eran estos hombres y estaba tratando de controlar su miedo porque sabía que el olor de esa emoción era un afrodisíaco para un hombre lobo. Y lo último que quería era que ellos lo olieran, considerando que estaban hablando de sexo. Trato frenéticamente de pensar en algo que le hiciera enojar.

Su exnovio le vino instantáneamente a la mente. Ralph le había engañado, le había pillado con la polla dentro de una mujer y para cabrearlo aún más, le había dicho que no era lo que parecía. El gilipollas pensaba que era idiota.

—Dije que te alejes de mí. — se sintió orgulloso de que la ira se reflejara en el tono de su voz.

El rubio que le mostraba los dientes, el de los brazos peludos, era el que estaba más cerca de él. Le olió, entrecerró los ojos marrones y le gruñó suavemente. Él se puso tenso. El tipo estaba lo suficientemente cerca como para oler su miedo y se acercó aún más.

El del pelo negro se lamió los labios. —Se ve delicioso, ¿verdad, primos?

Jimin presionó la espalda contra la pared de ladrillo y desvió la mirada de un hombre a otro. No tenía ninguna de lo que eran, de sus intenciones o de que estaba en serios problemas. Estaba atrapado entre ellos y una pared. Se mordió el labio más fuerte, pero lo soltó cuando se dio cuenta de que el olor de la sangre los volvería locos y les haría cambiar por completo a su forma de lobo.

—Respirad por la boca— les ordenó. —Y de nuevo os digo que soy humano. La ley os prohíbe atacarme.

El del pelo negro gruñó y dio un paso más cerca. Jimin vio el hambre en sus ojos y observo a los otros tres. El hambre ardía en sus ojos también. Estaba jodido, literalmente hablando, si no conseguía escapar rápido de estos cuatro hombres. Probablemente no sobreviviría al ataque, e incluso si lo hacía, estaba bastante seguro de que desearía no haberlo hecho. Era muy difícil sobrevivir al ataque de un hombre lobo descontrolado. Sería un milagro hacerlo a cuatro. Y Jimin no tendría esa suerte.

—Quítate la ropa y preséntate— el segundo rubio le gruñó.

—No soy un hombre-lobo— le gritó Jimin a él. —¿Me escuchas? No voy a quitarme la ropa y te aseguro que no pienso ponerme sobre mis manos y rodillas para mostrarte mi culo. Soy humano. Ve a buscar a una de los tuyos si quieres echar un polvo. Déjame en paz.

Mate Set (ADAP) KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora