Una canción para gobernarlos a todos

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Cuando regresamos al apartamento de Ahri, tuvimos una discusión privada a propósito de traer a una criatura tan peligrosa como Evelynn a la ciudad.

—Te aseguro, Hyde, que ella no intentará nada indebido. Me lo prometió.

—Sé que confías mucho en tu amiga, pero quiero que recuerdes que sus instintos están por encima de cualquier promesa. Cuando tenga hambre, no dudará en buscar una víctima con la que satisfacer su apetito.

—Lo tengo en cuenta.

—Tú eres un ejemplo de eso. Me atacaste cuando nos conocimos, y confesaste haber asesinado a mucha gente —le increpé.

—Lo sé, lo sé... Y ya me disculpé. Maldición —respondió Ahri, entreviendo vergüenza y molestia— Si pasa algo, yo me haré responsable.

—Yo tampoco me quedaré de brazos cruzados —afirmé señalando la magnum escondida en mi traje.

Luego de aquel minuto de tensión volvimos a la sala de estar.

La súcubo se hallaba sentada en una postura muy sugerente, con las piernas recogidas y la cintura torcida para exhibir su voluminoso culo a nuestra vista y paciencia. El hecho de que no trajera nada encima, más que pedazos de corteza adherida a su cuerpo, hizo que fuese visible los pliegues rosaditos de sus labios vaginales.

Ahri tuvo que darme un codazo para que recuperara el sentido.

—Entonces... ¿Cuál es el plan? —preguntó Evelynn con una actitud muy inocente.

—Quiero lanzar una canción y que el peso mediático de nuestros personajes haga el resto —explicó Ahri entusiasmada—. Cuando el mundo conozca lo que somos, no habrá otra vida para nosotras, será todo o nada.

Me sorprendió que la vastaya considerara la posibilidad de fracasar en el intento. La tenía por una gran presumida. Pero desde que Katarina trapeó el piso con ella, comencé a ver que aún era capaz de ser humilde.

—Entiendo eso, pero... ¿qué hay con las demás? Según me contaron, el grupo original tiene cuatro integrantes.

—Lamentablemente no sabemos en dónde están Akali ni Kai'Sa, por lo que debemos conformarnos con hacer un dueto.

Las palabras de Ahri encendieron una idea en mi cabeza, que en aquel momento no tuve el valor de proponer, pues no sabía si era muy precipitado. Mi poder me permitía sacarlas del videojuego, pero no lo usaría a menos que fuese de vida o muerte.

Otra clase de ayuda sí podía ofrecerle. Hace mucho tiempo había hecho el experimento con otro personaje de videojuegos, y funcionó a la perfección. Mi poder la transformó en una de sus variantes, siempre y cuando hubiese conseguido su skin dentro del videojuego.

Y como tenía a K/DA Evelynn por alguna obsesión de coleccionista del que no me enorgullezco, con el permiso de Ahri, la convertí de su aspecto base en la musa de cabello magenta y físico irresistible que lideraba el coro de voces de la banda.

Evelynn contempló en el espejo su nueva apariencia humana, y comenzó a hacer poses con el glamour de una modelo, aunque a mí me pareció una colegiala vanidosa. Por suerte, podía disimular mejor sus intenciones sádicas.

—O sea que también eres un vestidor automático... Te sacaste la lotería, Foxy —dijola diva, al tiempo que acariciaba la cuchilla recuperada de su látigo que lecorté para sobrevivir.

—Calla —dijo Ahri, luego me enseñó su mirada de indignación— no me contaste que podías hacer eso.

—No creí que te interesara. Pero si quieres puedo transformarte en tu skin de POP/STAR.

K/DA: La invasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora