Contra el mundo

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Los potentes reflectores hacían resaltar la pureza de su piel, y las líneas vulpinas levemente escondidas por su rubio cabello

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Los potentes reflectores hacían resaltar la pureza de su piel, y las líneas vulpinas levemente escondidas por su rubio cabello.

Ahri se encontraba en un estudio de televisión, compartiendo una escenografía bien decorada y amueblada con una presentadora que le hacía preguntas sobre su hazaña musical.

Había aceptado sin vacilar la oportunidad de participar en un talk show para promocionar su canción, y no se guardó las mejores prendas de su repertorio, pues al lado de aquellos humanos, lucía como la encarnación de una diosa, elegante y señorial.

—Lamentamos el incidente ocurrido en la sede de Lunar Elegance —dijo la mujer aludiendo a la masacre perpetrada por Katarina— pero, ¿es cierto que aquella situación fue la que la obligó a buscar refugio en la música?

—En parte, sí —respondió Ahri— pero también debo confesar que la música siempre ha sido mi motivación... Por más que hubiese elegido una carrera de diseñadora, desde muy pequeña ha estado presente en mí el deseo de formar parte de una banda exitosa.

—O sea que actualmente usted, Madison, está cumpliendo un sueño de la infancia.

Ahri se sintió halagada.

—Así es, y no lo hubiera logrado sin la ayuda de Evelynn, una amiga extraordinaria en este mundo y en el otro, una sobreviviente como yo... —Entonces recordó a Hyde, y se mordió el labio— y de una persona que hizo más que salvarme la vida.

—Ooh, ¿el mismo que ahora es tu guardaespaldas? Qué raro que no haya venido contigo hoy.

—Sí, es que se está ocupando de algo importante.

Hijo de puta, pensó Ahri, seguro salió a perseguir a Evelynn.

—Háblame de Evelynn. Tenemos mucha curiosidad por saber quién está detrás del personaje que interpreta en el videoclip.

Ahri frunció extrañada las cejas.

—Evelynn es Evelynn, no hay nadie detrás.

—No entiendo, ¿acaso no es un nombre artístico que usa para proteger su identidad real? Es cierto que últimamente hemos tenido constancia de algunos artistas tomándose en serio la interpretación de un personaje de la ficción. Por ejemplo, hay una solista canadiense que toca un instrumento único y se hace llamar Sona, y no se le conoce ningún otro nombre.

Posiblemente sea la verdadera Sona y no una imitadora, se imaginó Ahri. Se preguntó si Katarina ya había ido tras ella; no estaría mal contactarla para establecer una alianza estratégica, después de todo tenía raíces jonias como ella, y un enemigo en común: Noxus.

—¿Eh, Madison?

Ahri advirtió que se había abstraído demasiado rato en sus pensamientos, miró a la entrevistadora y volvió a presumir su sonrisa de ángel.

—Como lo oye, no estamos representando a ningún personaje ficticio, y espero que quede bien claro —alzó levemente la voz— Evelynn es el genuino abrazo agónico de las vetas oscuras de Runaterra, y yo... Como no puede ser de otra forma, soy Ahri, la mujer zorro de nueve colas, y vinimos a cambiar este mundo.

La entrevistadora hizo una mueca embarazosa ante la confusión. Creía que Ahri estaba alucinando, y le pesaba ser ella quien tuviese que hacerle entrar en razón.

—Perdóname, Madison, no quería decirlo, pero el uso comercial de esos nombres podría ocasionarles más de un problema. No sé si están al tanto del pronunciamiento oficial de Riot Games, a propósito del éxito mundial de la canción. Se ganarán una demanda por infringir los derechos de propiedad de los personajes. ¿Cómo piensan lidiar con las acciones legales de una empresa multimillonaria?

Por un momento, la atmósfera del set se adensó terriblemente haciéndola irrespirable, tanto para la humana frente a las cámaras, como para todo el equipo técnico que se encontraba supervisando la escena desde la oscuridad, azorados por el increíble poder que emanaba del monstruo.

Ahri estaba echa una bomba de tiempo, con la magia fluyendo por su cuerpo aureolado, los ojos resplandecientes y las colas extendiéndose a modo de abanico, libres del peso de la invisibilidad. Sus orejas de kumiho también saltaron a la contemplación de los paralizados espectadores.

Entonces, vio directamente a la cámara y levitó su esbelto cuerpo dejando atrás a una aterrada presentadora que se había orinado de la impresión.

—Quiero que lo sepa el mundo, pero principalmente mis adversarios. Ya no me volveré a esconder de nadie. Estoy cansada de huir ante sus amenazas. A partir de ahora quien venga a buscarme, me va a encontrar, y que no tenga la menor duda: sabrá quién soy yo y de lo que soy capaz.

El mensaje estaba dicho, quizás hubiera preferido otro orden de cosas para revelar su identidad, pero ya era muy tarde.

Ahri salió del escenario. Luego de recorrer las instalaciones llegó al estacionamiento. Estaba tan enfurecida que sus pasos echaban chispas, pero se contuvo la rabieta de destruir algo, y entró a su limusina.

El chofer (un nuevo chofer que contrató para liberar a Hyde de algunas responsabilidades) le entregó su teléfono.

—Tiene diez llamadas perdidas de su "guardaespaldas" —dijo esta última palabra acentuando la ironía.

Ahri no esperó que sus ánimos alterados se calmaran y llamó al hombre que debía estar con ella cuidándola.

—Hola, Ahri, no me lo vas a cre...

—¡Se puede saber en dónde mierda estás! —gritó muy rabiosa.

—Wow, wow, bájale un cambio, che, que con esa boquita cantas.

—No estoy para bromas. Tuve que salir muy apurada a una entrevista, y resulta que a mi guardaespaldas se lo tragó la tierra. ¿Qué has estado haciendo? Dime. Seguramente persiguiendo a Evelynn por la ciudad. ¡Te dije que te alejaras de ella, maldito sátiro!

—Que no estoy con ella... Solo fui a pasear un rato, no pensé que me necesitarías.

Ahri trató de serenarse respirando hondo. No le creía ni una coma, más tarde se enteraría por boca de Evelynn si eso era cierto, y de confirmarlo, lo drenaría violentamente hasta que no le quedara ningún suspiro de vida.

—Encontrémonos en el apartamento. Te tengo una sorpresa —declaró Hyde misterioso.

—Nada de lo que hagas por mí me pondrá de buen humor... —un tono indeciso, manso, escapó de su vocecita contra su voluntad.

¿Por qué su carácter flaqueaba cuando hablaba con él? Solo una persona había logrado domesticar sus arranques de cólera, y esa persona estaba muerta.

—No tienes ni idea.

K/DA: La invasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora