Aquella misma noche salí a la calle.
Quise respirar algo de vida nocturna zambullido en la multitud escandalosa de la Gran manzana y en todos sus atractivos. No solo para distraerme un rato, sino por la seguridad que me proporcionaba estar rodeado por testigos, después de fastidiar a una temible depredadora como era Ahri.
Sabía que era ella, su comportamiento no me dejó ninguna duda. Si bien no podía ver sus colas, el aspecto vulpino en su rostro era revelador, con los ojos dorados y pupilas verticales como gato, y las marcas en sus mejillas.
Desconocía las medidas que tomaría luego de ponerla en evidencia. Sumado al hecho de que ignoré con mucho sacrificio las malditas feromonas que me transmitía, intentando seducirme para ganarse mi conformidad.
Fue raro que no utilizara su poder conmigo, pero pensé en que ella no se arriesgaría a ponerse a jugar con su presa a plena luz del día en el edificio donde trabajaba. Aguardaría la noche.
Es por eso que caminaba con sigilo, recorriendo escaparates de tiendas y bares, con luces enceguecedoras por todas partes. Luchaba por abrirme paso y al mismo tiempo detectar alguna presencia inoportuna, pero el ruido no me daba tregua.
Fue entonces que me metí a una cafetería muy cerca al Times Square y pedí algo ligero.
Allí permanecí al menos una hora, leyendo el periódico local y viendo a la gente entrar y salir, de casualidad encontré una revista de moda cuyas fotografías de la sexy vastaya me pareció material para duchas largas. Por lo visto también se promocionaba como modelo.
Me había quedado prendado de su imagen y cuando levanté la vista el lugar se había quedado convenientemente vacío. Mi cuerpo se abrumó de un mal presentimiento, pero no me levanté, pues una voz de repente me dejó de piedra.
—Hubo un tiempo remoto en el que leía las mentiras de la gente con solo ver sus ojos —dijo, y ya la tenía frente a mí, acompañándome en la mesa con las piernas cruzadas.
—¿Ahri?
—Así que me has descubierto, es una pena...
Ahri tomo un trago del frappé que había pedido, y pasándose la lengua por los labios húmedos se quitó el sombrero.
Sus orejas de zorro saltaron como estirándose luego de permanecer quizá todo un día ocultos y aplanados, y si no fuese porque la tenía a escasos centímetros de mí, olfateándome con talante de carnívoro, me hubiesen derretido de ternura.
—Pero, basta de misterios, ahora sabes que soy Ahri, ¿y quién demonios eres tú? Si se puede saber, agente Dean Winchester...
Ya no valía la pena seguir escondiéndome bajo ese nombre falso, así que, mientras adivinaba su próximo movimiento decidí conversarle educadamente.
—Me llaman Hyde.
—¿Hyde? Eso no me dice nada de ti. Inténtalo de nuevo.
—Verás... Y ahora que te has tomado la molestia de buscarme, iré al punto —silenciosamente, y sin que me viera, saqué la magnum que guardaba— Vengo a hacerte una propuesta que quizá te interese.
Los ojos felinos de Ahri brillaron, y su atención me obligó a continuar.
—A estas alturas ya sabes que eres un personaje de videojuegos. De hecho, las personas que te admiran lo hacen precisamente porque les recuerdas a su ídolo, a la mujer zorro de nueve colas. Debe ser frustrante pretender deshacerte de tu propia identidad para poder vivir de acuerdo a unas reglas que no son hechas para ti, una cazadora impulsiva que solo conoce la barbarie.
—Dijiste que irías al grano —respondió algo ofendida.
—Sí, sí, perdón... Bueno, este mundo te debe parecer ajeno y aburrido, así que, ¿qué me dirías si te digo que puedo devolverte a Runaterra sin nada a cambio?
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K/DA: La invasión
Fiksi PenggemarUna historia de los personajes de League of Legends en el mundo real, pero enfocado en K/DA x OC, y como continuación de mi serie Chicas de Videojuegos.