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↳ Tantas cosas por decirte,Y tan pocas salen de mi boca, deberíasde aprender a leer mis ojos cuando te miro

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Tantas cosas por decirte,
Y tan pocas salen de mi boca, deberías
de aprender a leer mis ojos
cuando te miro.
Frida Khalo

















Cuando amanecieron, Enzo se sentía más que bien, como si la pieza del rompecabezas por fin encajó con las demás piezas, Matías notó el como este estaba de humor diferente, desde que se levantó sostenía una sonrisa de oreja a oreja en su rostro, como un tonto tras pensar, pensar, y pensar, seguir pensando, soñándolo de nuevo... ese beso que había tenido con Julie la noche anterior, el haber saboreado sus labios era exquisito, las ganas de besarla crecían y crecían conforme pasaban los días.

Enzo había intentado no llevarlo a más allá del beso, no quería hacerla sentir incómoda, pero eso no significaba que ellos no podían besarse hasta perder el aliento. Lo único que recordaba era el como la chica jugueteaba con su cabello como una loca, buscando probar más de él en sus labios, Enzo tragó en seco ¿Que se supone que iba a hacer ahora? Verla en el lobby con los demás, al recordar como se comían la boca en la habitación de ella, era my difícil.

Pero no iba a ser difícil, al final del día, sabía que ellos dos se gustaban demasiado, cada uno se había confesado en su momento.

— Ey boludo, porque tenés rojo los labios y... como una... ¿cortada? —Agustín, quien se aseguraba de guardar sus cosas en su valija, le preguntó, curioso.

Matías quien estaba de espaldas a ellos dos, tensó su rostro.

— Los labios rojos... cortada... —murmuró para él mismo, guardó la última remera con brusquedad y se giró a Enzo—, ¿te comiste la boca de Julie? —Enzo y Agustín se giraron a él.

Enzo con una sonrisa nerviosa y Agustín con la boca entre abierta por lo que Matias acababa de decir.

— E-Eh... —balbuceó llevando su mano a su nuca, rascándose por el nerviosismo—, A-Ah... —volvió a balbucear, como tonto.

— Oh por Dios... —Matías llevó sus manos a su boca para cubrirlas.

El chico comenzó a brincar por la habitación soltando carcajadas, Agustín seguía con la misma expresión, ¡intentando acomodar sus pensamientos que no existían!

— ¡Por fin pelotudo! ¡Por fin! —alzó los brazos hacia el aire, Enzo seguía sonriendo—, ¡por eso los labios rojos y la cortada porque la Julie te ha mordido el labio en pleno beso! ¡Mierda la molestare con este momento toda su vida! —Matías se acercó a él para agarrarle de los hombros y palmeárselos—, ¡sos un grande!

Locos | Enzo VogrincicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora