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↳ El peor sentimiento esno saber si esperar un poco más orendirse— Platón

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El peor sentimiento es
no saber si esperar un poco más o
rendirse
Platón












No había nada.

Puro silencio habitaba a sus al rededores. Enzo y Julie estaban sentados en la orilla de la cama, hundiéndola un poco, ella estaba recargada en entre el hueco de su hombro y el pecho, aún lloraba. El joven no quería preguntar qué es lo que había sucedido ya que era evidente que lo sucedido era algo grave por la forma en la que ella estaba llorando, no sabía cómo calmar el llanto, tenía unas ganas inmensas de llamarle a Matías ya que suponía que él sabía tratarla en esos estados.

— ¿Querés que le llame a Matías? —su voz sonó tan suave que ella sintió una oleada de paz y reconfortamiento.

La soledad que sentía en esos momentos era indescriptible, pero la presencia de Enzo no solo desvanecía esa soledad, la convertía en una burbuja de protección. Julie se negó a lo que Enzo le dijo, el chico estaba por agarrar el móvil pero ella lo detuvo.

— No. Deja, por favor... —murmuró por lo bajo sin siquiera alzar su mirada, seguía perdida en el pecho de Enzo.

El joven respiraba con tranquilidad, no dijo nada, lo único que se escuchaba eran los pequeños, cortos y desgarradores sollozos de Julie.

En un modo de sentimiento, Enzo se acurrucó más junto a ella plantando un beso en su cabellera desastrosa. La abrazó con fuerza hacia su cuerpo, cerró sus ojos sintiendo el calor y triste dolor que ella le brindaba llevándolo a él sentirse de la misma forma, aún no sabía porque esa conexión tan rápida que había entre ellos los hacia vulnerables a los dos.

— Mi vieja me rompió el corazón —por fin habló la castaña una vez que su llanto se calmó, lo único que estaba sin control, era su respiración.

Ella seguía aferrada a Enzo.

— Ya perdí la cuenta de cuántas veces han sido... y lo peor es que se sienten como la primera vez, inevitables de creer —sus ojos le ardían, pues claro, llevaba al rededor de dos horas llorando por la misma causa.

— Julie —dijo con firmeza Enzo, separándola de su pecho para ahuecar sus manos en el rostro pequeño y sino rostro—, aunque estemos mal hechos, no estamos terminados; y es la aventura de cambiar y de cambiarnos la que hace que valga la pena este parpadeo en la historia del universo... este fugaz calorcito entre dos hielos, que somos nosotros —lo dejó al aire, ella no pronunció nada solo miró esos ojos marrones, profundos que cargaban con él, aquel sabor a café, con los que se leía poesía.

— Basta Enzo, si no es mi vieja, vos serás quien me termine destruyendo en mil cachos.

— Esa es la idea, Julie. Si no te destruyo ahora, será más difícil destruirte después. Si te destruyo ahora... vos podes reconstruirte de la manera en la que vos gustes, la que mejor saborees, porque no eres vos es el problema, son ellos, no vos —acaricio su cien con su pulgar, ella cerró sus ojos al sentir tal acto.

Locos | Enzo VogrincicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora