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NO OLVIDEN EL VOTO Y EL COMENTARIO 💋





— Por favor no salgas Enzo, quédate aquí, cualquier estruendo, gritos... —bajo su mirada suspirando, cansada—, por favor no te asustes, es normal —el asintió, tomándola de la mano de manera rápida, la besó.

Jules le sonrió, plantó un pequeño beso en sus labios y salió para ir a la planta baja de la casa.

Julie bajó las escaleras d manera rápida. Su abuela, su hermano Nico y su madre estaban sentados en la sala de estar, esperándola, claramente a las mujeres se les notaba la rabia en el rostro, Nico solo estaba recargado en el sillón, mirando a su hermana con una mirada que le susurraba "lo siento".

Que pasa.

Se sentó en el sillón de una sola persona.

— Nada de que pasa Julie Tess Soto, estás acá a arreglar todo lo que has causado, absolutamente todo —ella puso sus ojos en blanco, sabía que la pelea iba para largo porque incluso, la iban a obligar a pedir perdón por haber nacido, ¡algo ilógico!

— No he hecho absolutamente nada. Ni siquiera me he tomado el tiempo para molestarles, ¿algo más? —su abuela soltó una risotada.

— Ya ves con esta niña. ¡No la educaste para nada! ¡Mírala! ¡Esta hecho un desastre! ¡Con un novio! ¡Ha de estar embarazada! —Jules formó una perfecta "o" con sus labios, frunció su ceño y miró a su abuela con un semblante serio.

— ¿Discúlpame? Tengo veinte años, Mariana —si, el nombre de la abuela, cuando se enojaba con ella, lo único que podía hacer era llamarla por su nombre ya que, no siempre, se respetaban mutuamente—, y discúlpame si confundes mi mal educación con madurez, tengo veinte años y he logrado mucho más que todas sus edad y años dedicación de ustedes, básicamente no saben nada de mi, de lo que soy y de lo que me convertiré en un futuro —su madre abrió su boca, sin esperarse ese tono de su hija.

— Julie —su madre gritó su nombre pero rápidamente lo ahogó en su garganta—, vos quien te crees para hablarle con ese tono a tu abuela, ¿¡huh!? —la nombrada soltó un fuerte bufido.

— Ay por favor, sos un chiste madre. Son un simple chiste. Y si, vos, y vos —señalando a las dos mujeres con su dedo índice—, no me queren acá... ¡Perfecto! Que como ya mis cosas y me voy con Enzo a un putas hotel —se quedaron calladas.

— ¿¡Y de donde vos vas a sacar dinero!? —exclamó su madre.

— Esta hija de puta vende su cuerpo —asustada y exhausta dijo su abuela.

— Mariana cállate, ¡jamás podría yo hacer eso! ¡Puedo ser uña mal educada de mierda pero jamás una puta! —se levantó del sillón, molesta, realmente molesta.

— Entonces qué haces, ¿traficas?

Río con ironía.

— Soy maquillista, Mariana, para vos también, madre. Y no maquillista de cualquier salón de belleza, ¡soy una putas maquillista de estrellas de Hollywood! ¡Trabajo con un director español! ¡Maquillando a actores! ¡Y me pagan demasiado bien! ¡Más de lo que ganan ustedes! —las dejó calladas otra vez.

Nico, su hermano, tenía el cojín en su regazo, mirando el suelo al parecer. El momento se volvió tenso e incómodo, jamás lo había dejado de ser.

— Y respecto a Enzo. Estamos trabajando en una película juntos, así que, o me dejas de romper las pelotas y vamos a ver a papá o me largo con el de una puta vez —se dio la vuelta para caminar directo a las escaleras.

Su madre se levantó del sillón, mirando la espalda de su hija.

— ¡Vení para acá Julie Soto!

Su hija solo la ignoro y subió corriendo los escalones. Caminó hacia la habitación en donde estaba Enzo, quien estaba sentado en la orilla de la cama, con sus manos entrelazadas, había escuchado cada detalle de la corta pelea a gritos con su familia. Ella entró dando un fuerte portazo, Enzo no le dijo nada, solo miraba como el rostro de ella destellaba gran molestia.

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⏰ Última actualización: Jun 17 ⏰

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Locos | Enzo VogrincicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora