7.- Frente a Frente.

156 19 10
                                    

Su entorno se vio inmerso en una oscuridad abismal que le erizó los vellos de la nuca. A Marcy, no le tomó mucho tiempo relacionar el paraje umbrío con sus terribles pesadillas, aunque en esa ocasión algo se sentía muy fuera de lugar y no comprendía el motivo.

Maldijo el segundo en el que se quedó dormida. Tenía que buscar una forma de despertar lo más pronto posible, antes de que ocurriera algo de lo que pudiera arrepentirse.

Avanzó a ciegas pero con extrema cautela a través de la negrura. A lo lejos vislumbró un extraño fulgor anaranjado acercarse y retrocedió unos cuantos pasos. Su respiración se aceleró ante la sola idea de lo qué podría llegar a ser.

—Hace mucho que no nos encontrábamos cara a cara, niña.

Un brutal escalofrío recorrió la espalda de Marcy. Frente a ella se plantaba una figura exacta a la suya, excepto por los antinaturales ojos naranjas que relucían una inquietante ruindad. Su voz, casi similar, pero con una leve distorsión que dejaba percibir otras voces fantasmales detrás.
Marcy se mostró perturbada ante esa versión monstruosa de sí misma.

—¡Ya déjame en paz! —clamó en un arrebato, conteniéndose para no saltar sobre ella y golpearla.

—Oh, no es así de fácil. —Darcy despidió una risita, acercándose poco a poco a su anfitriona que, a la par, procuraba conservar una distancia prudente de ella. —Aún tenemos un propósito y necesitamos un cuerpo para poder cumplirlo.

—¡La caja de música fue destruida hace mucho tiempo junto con las gemas! —Marcy declaró de malos modos.

—Claro que estamos al tanto de eso, querida. —comentó con aires de indiferencia, importándole nada esa información. Tal poder ni siquiera estaba contemplado entre sus nuevas oscuras intenciones.

—¿Entonces qué es lo que quieres? —interpeló confundida. El objetivo del Núcleo siempre había sido explorar y conquistar nuevos mundos, el que no mostrara una pizca de preocupación por la extinguida caja de la calamidad, el único objeto que podría ayudarle a conseguir sus propósitos, la desconcertaba sobremanera.

—Te lo hemos dicho antes, ¿no lo recuerdas? —avanzó un paso al frente, luego otro, su sombrío aspecto se iluminó. —Buscamos cumplir nuestra venganza. —determinó, apretando el puño diestro. Llevaba muy presente el amargo sabor de la derrota de hace diez años, a manos de una tonta adolescente desaliñada con complejo de superheroína. Haría pagar a las tres niñas de la profecía y a todos los humanos en general que se entrometieron en sus planes de conquista.

—¿Y crees que te dejaré tomar el control de mi cuerpo para que puedas conseguirlo? —Marcy también dio un paso hacia delante, aunque internamente tenía miedo.

—Pensamos que es demasiado tarde para decir eso. —dejó escapar otra risa alegre. Alargó el brazo y con una gracia aterradora, digna de un psicópata, rozó con sus largos dedos el pecho de Marcy, justo a la altura de su cicatriz, estremeciéndola bajo su siniestro toque. —Aunque por desgracia, parece que nuestro control todavía es limitado, por decirlo de alguna forma.

Marcy reprimió un quejido y de un veloz manotazo apartó la mano de Darcy, echándose atrás. La vieja herida cicatrizada quemó como si fuera la primera vez. Llevó una mano al pecho, aferrándose a su camisa con agonía.

Darcy no borró su mueca sátira. Cruzó con elegancia los brazos en su espalda y caminó alrededor de la artista, inspeccionándola de arriba abajo, comprobando cuánto había madurado físicamente. Una expresión depravada se ajustó en sus facciones.

—¿Sabes? Tuvimos que esperar diez años para que volvieras a esta estúpida ciudad. —empezó a explicar. —Los Ángeles, California, le llaman, ¿no? Bueno, nos benefició el que tu regresaras. —Marcy, quien padecía de un insoportable dolor fantasma, no entendía a qué se refería, y Darcy pudo adivinarlo a través de sus gestos. —Te lo explicaremos de una forma más directa. Cuando llegaste a los Ángeles, muchas de tus viejas heridas se volvieron a abrir, otorgándonos una oportunidad para actuar. Así que fue fácil torturarte a cada segundo, hasta volverte cada vez más vulnerable a nosotros.

𝗧𝗵𝗲 𝗚𝗵𝗼𝘀𝘁 𝗼𝗳 𝘁𝗵𝗲 𝗣𝗮𝘀𝘁 / 𝔸𝕞𝕡𝕙𝕚𝕓𝕚𝕒  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora