LA GUERRA DE ARCÁNEIDA

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Iris avanzaba por el campo de las Quinquetas, un rincón hermoso pero humilde de Arcáneida. La casa de Giganna, como una antigua cabaña, se alzaba en medio de la naturaleza, un refugio mágico oculto entre los susurros del viento y el perfume de las flores silvestres.

El campo de las Quinquetas, aunque considerado la zona pobre, deslumbraba con su propia riqueza. Un riachuelo serpenteaba por el paisaje, acunando pequeñas ninfas que danzaban entre las piedras. El murmullo del agua se mezclaba con la melodía de la naturaleza, creando una sinfonía perfecta.

Animales de campo, como zorros curiosos y caballos, compartían su espacio con la flora exuberante que adornaba los prados. La brisa fresca transportaba consigo la esencia de la tierra, y el sol teñía el cielo con colores anaranjados.

Iris se acercó a la cabaña de Giganna, sintiendo la acogedora presencia de la anciana que habitaba en aquel rincón de ensueño. La humildad del lugar era palpable. Techos de palo, paredes de piedra y un portón de abeto oscuro que dejaba pasar al viento sin dificultad.

Dentro de la cabaña de Giganna, la magia y la simplicidad se fusionaban en un abrazo cálido. Las paredes de piedra desgastada lucían una fresca capa de musgo, y la luz del sol filtrada por cortinas de encaje iluminaba cada rincón. Muebles antiguos, tallados con esmero, albergaban frascos de hierbas y pergaminos desgastados. El suelo de madera crujía bajo los pies, resonando como un eco. En el centro, una mesa circular sostenía una vela parpadeante y un tapiz tejido a mano, testigos mudos de las artes místicas que habían cobrado vida en aquel refugio lleno de sabiduría y encanto.

La anciana Giganna se acomodó en un polvoriento sillón de terciopelo, y comenzó a narrar como si estuviera tejiendo hebras de un pasado antiguo. Sus palabras resonaban en la cabaña, envueltas en el misterio de los tiempos lejanos.

"Iris, permíteme llevarte a un tiempo olvidado, cuando los Sciros y Nonex compartían sus días bajo el mismo sol. Miles de años atrás." Con una mirada que se perdía en la distancia de la memoria, Giganna continuó: "Los Nonex, sin dones mágicos, compartían sus vidas con los Sciros, quienes poseían habilidades extraordinarias. Pero el temor, siempre insidioso, sembró semillas de discordia. Los Nonex, atormentados por la fragilidad de su propia existencia, iniciaron una guerra por el miedo a la muerte." La anciana suspiró, como si las sombras del pasado se proyectaran nuevamente en sus ojos. "La guerra de los Sciros y Nonex dejó cicatrices en Arcáneida, y la coexistencia se desvaneció en un conflicto que marcó los destinos de ambos pueblos. Esas heridas aún laten en la esencia de este mundo, recordándonos la fragilidad de la armonía y el precio de dejarnos consumir por el miedo."

Iris, con una chispa de curiosidad en sus ojos, interrumpió el relato de Giganna para formular una pregunta que resonaba en su mente.

"¿Pero dónde están los Nonex ahora?" inquirió Iris, ansiosa por comprender cómo el curso de la historia había llevado a ambos pueblos a sus destinos actuales.

Giganna, con la paciencia de quien sostiene los hilos de una historia compleja, sonrió y respondió: "Los Nonex, con el tiempo, lograron la victoria en aquella guerra ancestral y expulsaron a los Sciros de Maior Situs, el lugar que compartían. Los Sciros, desplazados pero resilientes, hallaron su hogar en Arcáneida, también conocida como Minor Situs, un lugar sin tiempo que se convirtió en su refugio frente al devenir de los años."

Iris, intrigada por las revelaciones de Giganna, no pudo contener su inquietud y preguntó con voz temblorosa: "Entonces, ¿qué tiene que ver todo esto conmigo? ¿Por qué mi destino se entrelaza con la historia de los Sciros y Nonex?"

Giganna, con una expresión sabia y compasiva, sostuvo la mirada de Iris y respondió: "Tu conexión con esta antigua historia se revelará a medida que explores tu propio camino en Arcáneida. Eres parte de un legado, Iris, y en tu viaje descubrirás secretos insospechados."

Después de compartir estos misteriosos fragmentos de la historia, la mujer se puso en pie con gracia y se encaminó hacia un rincón de la cabaña. Al alzar un libro grueso, tan robusto que parecía desafiar la lógica de su tamaño, el corinto brilló bajo la luz de la vela.

Con letras doradas que deletreaban "Manual de Iniciación a las Artes Místicas", el libro emanaba una presencia que abarcaba más allá de sus páginas. La anciana, sosteniendo el tomo con cuidado, volvió a la mesa y lo colocó frente a Iris.

"Este libro", comenzó a decir con solemnidad, "será tu guía. En sus páginas encontrarás conocimientos que te ayudarán a entender y desbloquear tus propios poderes mágicos. Es hora de que abras las puertas de tu destino, Iris."

Dicho esto, la anciana Giganna se apresuró a preparar el té, dejando a Iris inmersa en las páginas del Manual de Iniciación a las Artes Místicas. Las letras doradas cobraban vida ante sus ojos curiosos, y pronto se encontró sumergida en la lectura de los misterios que se desplegaban ante ella.

A medida que avanzaba en el manual, una lista de materiales necesarios para la iniciación a las artes místicas se revelaba en las primeras páginas. Ingredientes mágicos, hierbas especiales y objetos rituales formaban parte de ese elenco de elementos esenciales que le proporcionarían acceso a un mundo de conocimientos y habilidades que trascendían la realidad ordinaria.

La cabaña se llenó con la fragancia reconfortante del té mientras Giganna regresaba con una tetera humeante.

De repente, un enano alborotado irrumpió en la cabaña, dando saltos por las paredes y derribando la tetera que Giganna sostenía con tanto cuidado. Con piel verdosa, orejas y nariz puntiagudas, y ataviado con un gorro de bufón y zapatos de punta, el pequeño ser causó un pandemonio travieso.

Giganna suspiró con una mezcla de exasperación y diversión mientras el enano continuaba su revuelo. "¡Oh, Miko! ¿Cuántas veces te he dicho que no entres así?", exclamó la anciana.

El enano, aparentemente llamado Miko, se detuvo en seco al notar la presencia de Iris. Sus ojos brillaron con curiosidad y una sonrisa pícara se dibujó en su rostro. La cabaña, ahora llena de un aire juguetón, parecía un escenario típico de un mundo de fantasías.

Miko, con su voz gangosa y grave, comenzó a hablar. En un tono misterioso, descifró un oráculo dirigido a Iris, quien escuchaba con atención aunque no comprendía por completo las palabras enigmáticas.

"En los pliegues del destino, tejidos por hilos de sombra y luz, se revela tu camino, Iris Burton", dijo Miko, sus ojos brillando con una seriedad inusual. "Fuerzas oscuras acechan en las esquinas del tiempo, y un pasado retorcido aguarda a tus espaldas. Pero, valiente buscadora de la magia, debes ser fuerte, pues enfrentarás desafíos que irán más allá de lo imaginable."

Iris, sintiendo la gravedad de las palabras de Miko, asintió con determinación.

Con la noche desplegando su manto estrellado sobre Arcáneida, Giganna acompañó a Iris hasta la cama, guiándola con la luz tenue de una vela. La anciana, con sabiduría en sus ojos, transmitió una sensación de seguridad a la joven aprendiz.

"Descansa, Iris", dijo con una sonrisa tranquilizadora. "Mañana será un día lleno de nuevas experiencias. Compraremos los materiales necesarios y te embarcarás en el camino hacia la Academia Arcania de las Artes Místicas."

Iris Burton | La dama de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora