MAIOR SITUS

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Hullea avanzó por los lúgubres pasillos del castillo del señor oscuro, con cada paso tembloroso resonando en la fría piedra. Sus ojos pequeños destilaban miedo mientras murmuraba lamentos cargados de pesar. Se arrepentía de haber dejado Arcaneida, y la sombra de su amo se cernía sobre él como una pesada carga. El aura maligna del lugar envolvía sus pensamientos, y el Barrek continuaba su camino con la certeza de que no había escapatoria del cruel castigo que le aguardaba.

En la oscura sala del trono, "El mal" esperaba impaciente. Hullea, al borde del colapso, avanzó hasta postrarse ante la imponente presencia. "El mal", como una masa de humo, se manifestó con una voz que retumbó en el aire viciado de la sala.

"¡Hullea! ¿Por qué has tardado tanto en regresar? ¿Dónde está la niña?"

"Mi señor, ella es astuta. Fui incapaz de atraparla. Se escabulló entre las sombras", se excusó la criatura revolviéndose con pavor.

"¡Incompetente! ¿Cómo permitiste que una simple humana se burlara de ti?", gritó con fuerza el señor oscuro.

"Ella no es una humana común, mi señor. Es la heredera del legado de Avva Stuart, es la dama de cristal. Posee un poder que podría..."

"El mal" interrumpió al Barrek con inquietud. "¿El legado de cristal? ¡Es inadmisible! Necesito a esa mocosa cuanto antes. ¿Qué más descubriste?

"Ella es enviada a la Academia Arcania, mi señor. Allí aprenderá a controlar sus poderes. Si la interceptamos allí..."

Nuevamente interrumpió al esclavo, y con furia escupió. "¡No toleraré más fracasos! Asegúrate de recuperarla esta vez, o las sombras serán tu único refugio. ¡Ve y no vuelvas hasta tenerla en tu miserable poder!"

Iris Burton | La dama de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora