Me convertí en un noble enfermo

Capítulo 44: Prios (1)

Traducción: Eila

Edición: Yufeng

'Todavía no.'

Sin embargo, en opinión de Ruel, todavía tienen que volar.

Entonces, ¿no debería ayudarles a volar como el señor?

"Casión".

"Sí."

"Ve con los pájaros y hazles jurar por maná. La condición es no traicionar a Setiria."

Un pájaro es débil, pero una bandada es diferente.

Ruel lo rompió desde los cimientos para que no pensaran en otra cosa.

"Los que se nieguen son enemigos. Mátalos".

"De acuerdo."

"Tú también, haz un juramento de maná, Dion."

No sabía en qué estaba pensando el señor al liberar a los pájaros, pero él era diferente.

Todos necesitaban una correa.

La confianza puede ganarse lentamente con el tiempo

Dion firmó un juramento de maná con él sin decir una palabra.

"Está firmado".

En cuanto cayeron las palabras de Cassion, Ruel sonrió con las manos cruzadas.

"No puedes escapar de Setiria con esto".

"Desde el momento en que renuncié a mi verdadero nombre, no tuve intención de abandonar Setiria".

"Sí, esa es la primera orden. Haz el juramento de los pájaros. Cassion, síguelo".

"De acuerdo".

Los dos contestaron al mismo tiempo y salieron de la habitación.

Ruel terminó de mirar los datos mientras tocaba las orejas de Leo, que seguía dormido.

'Liberan, el barón de Prios'.

Me preguntaba si los barones podrían tener realmente suficiente poder.

Tal vez haya una poderosa familia de Prios en el fondo.

'¿Debería reunirme con él? No hay bozal para cubrir la boca, ni correa.'

E/N: Significa que nada se lo impide.

No había ninguna conexión emocional entre Prios y Setiria.

En buenas palabras, era normal, y en otras palabras, no estaban interesados el uno en el otro.

Toc. Toc.

Se oyó un golpe mientras Ruel suspiraba.

"Adelante".

Fue Billo quien abrió la puerta y entró.

¿Los secuaces de Ceniza Roja abrieron la boca?

"Saludos, Señor. En pocos días, su cara se volvió demacrada".

"Siempre estoy demacrado. ¿Y? ¿Hablaron?"

"No lo hicieron. Pero yo hice que las abrieran".

"Dilo".

Ruel miró la cesta de aperitivos que había sobre la mesa porque se aburría.

Sniff. Sniff.

Leo, que olía la buena comida, abrió los ojos.

-¡Este cuerpo también quiere comer! ¿No es lo más dulce del mundo?

Pensé que debía enseñarle a decir galletas. Ruel le dio una galleta a Leo.