Suspiro mientras aún me sujeto la cabeza ante el dolor inminente que tengo por culpa de las lágrimas que corrieron por horas mis mejillas, además del gran golpe que recibí por parte de la culata de aquel revolver del infierno. Jodido enfermo.
Es en lo único que puedo pensar luego de que me desperté en una gigantesca habitación que juraría que era del porte de un puñetero departamento, porque tenía una cama gigantesca con sábanas de seda negra, un salón, con una chimenea, un baño de gran porte y ni hablar del vestidor que tenía filas y filas de trajes, camisas, gabardinas y demasiada ropa de deporte. Todo esto era un palacio en tonos negros, rojizos y dorados, como si fuera el maldito aposento de un sultán, cosa que me dio asco de tan solo pensar que toque las sabanas donde aquella bestia duerme.
Por eso mismo la única reacción que tuvo mi sistema fue romper todo lo que encontré, lancé miles de jarrones, di vuelta cada mueble que me fue posible y con mis manos destroce cada maldita prenda de aquella bestia asquerosa, porque no iba a quedarme de manos cruzadas y menos iba a asentir a cualquier cosa que ordenará, porque yo no era la clase de mujer que podía tener en su mano y la única forma en la que le haga caso es estando muerta. No permitiría que su infierno me consuma.
No dejaría que un hombre me trate a su antojo una vez más. No puedo permitirlo, por más que mi alma esté temblando del miedo irracional que me invade al pensar que estoy en las manos de un loco otra vez. Otra jodida vez.
Miles de flashbacks llegan a mi mente y solo quiero quedarme en el suelo a llorar por horas, porque todo me recuerda a años atrás en donde solo en mi vida permanecían los gritos, los golpes y los abusos, donde no tenía voz para defenderme y no podía decirle a nadie lo que sucedía porque me daba vergüenza admitir que estaba pasando una situación así y sin contar que las amenazas encogían a mi corazón y me sentía una inútil. Mierda, no quiero volver a sentirme como la Amelia de dieciocho años que creía que se merecía ese maltrato, aunque es realmente difícil y más cuando me siento tan sola y sin amor. Tal y como él dijo que me quedaría.
Pero ahora mismo, luego de que la ira me tomara por completo y haga de mi cabeza un caos, solo terminé en el frío suelo rodeada de la destrucción que yo misma provoqué. Mi cuerpo se siente débil y sumamente cansado, porque mi cabeza duele como el infierno, mis ojos arden y el sufrimiento que llevo en el pecho difícil es de quitar. Aún no entendía como mamá y papá pudieron venderme como si fuera un puto objeto sin sentimientos ni emociones y, peor aún, a una Bestia como Adler, la cual parece que le faltan todos los putos tornillos ¿Qué cojones será de mí aquí?
Miles de sentimientos se me mezclan sin entender que pudieron hacer mis padres crear tanto odio en un hombre como él, el cual no es nada menos que el líder de un clan de mafia. Esto era una puta locura y yo estaba metida en medio del ojo del huracán. Estaba pagando una condena que no me pertenecía y lo más me dolía era que estaba sola en el mundo, porque mis padres desaparecieron y no solo me arrastraron a la miseria, sino que a Edina y a Markus también. Dios, cada que pienso en ellos una culpa inhumana me recorre todo el torrente sanguíneo porque ellos no merecían esto, aunque en el fondo sé que yo tampoco.
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Ruleta Rusa © [+18]
Romance¿Qué sucedería si tu destino depende de un juego letal? Amelia Becker, una mujer que está en su segundo año de enfermería y es la única hija de unos importantes empresarios llamados Henry Becker y Ernestine Becker. Pero lo que ella no sabía era que...