Capítulo 10

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Caminaba con valentía mientras había estado dudando por más de una hora si volver a salir luego de lo ocurrido ayer en la tarde, porque realmente no quería volver a encontrarme con Orión, ni mucho menos con Adler, porque los recuerdos de ese filos...

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Caminaba con valentía mientras había estado dudando por más de una hora si volver a salir luego de lo ocurrido ayer en la tarde, porque realmente no quería volver a encontrarme con Orión, ni mucho menos con Adler, porque los recuerdos de ese filoso cuchillo pasando por mi piel aún están presentes y vividos en mí. Casi al instante de pensar en ello llevo mi mano a la pequeña herida que poco a poco se cierra en mi muslo, mientras me digo que necesito comer porque estoy muriendo de hambre y deshidratación, necesito ingerir alimentos si quiero darle lucha a esa bestia. Vamos, Amelia, tú puedes.

Esas son las palabras que necesito mientras sigo recorriendo estos grandes pasillos, rezando no encontrarme con aquel gran jaguar ni con su dueño, aquel que tanto miedo me da. Que cobarde que eres. Quizás sí, ya que de tan solo pensar en el Señor Jäger un nudo en mi estómago se hace, aunque al tenerlo de frente trato de ser valiente y confrontarlo, porque estoy segura de que eso hubieran quedo Henry y Ernestine. Joder, ya ni padres puedo llamarlos, aun mi corazón arde ante su traición y no puedo dejar de pensar que me condenaron a esta mierda.

Ellos me clavaron el puñal por la espalda, ni siquiera de frente y eso es algo que nunca les perdonaré.

Muevo mi cabeza con el dolor aun siendo palpable en mí y camino sin rumbo encontrándome con todo tipo de habitaciones, desde las más normales como baños o alcobas del tamaño de mi anterior hogar, hasta todo tipo de excentricidad como grandes salas de música repleta de cuadros o incluso un bar completo con tubos que ni siquiera quiero preguntar su utilidad. Amelia, no te hagas la inocente. No lo hago, pero prefiero no hacerme más preguntas de las que debo, porque en mi posición cualquier cosa pone en peligro mi vida, aunque compartir techo con Adler ya me condena a muerte.

Mis pies ya duelen y mi cuerpo anhela algo más cómodo que este patético vestido, pero me niego a utilizar cualquier cosa que se encuentre aquí, sin contar que destroce la gran parte de ropa que me encontré en mi ataque de histeria, lo que provocó que me encierre en otra habitación cuando vi a hombres intentando solucionar el desastre que ocasione en la habitación de su jefe. Que se joda por idiota.

Pero esos insultos se desvanecen lentamente cuando con cuidado cruzo una puerta y casi salto de la alegría al encontrarme de cara con un gran comedor de mesa amplia, tanto que juró que entregarían alrededor de veinte personas y eso me hace pensar que la cocina está cerca. Por favor, que lo esté.

Con la misma calma y miedo cruzo la única puerta visible, encontrándome con nada menos que una cocina de gran porte en tonos blancos y negros, con mármol y al menos tres mujeres y dos hombres haciendo todo tipo de comida en gran masa, haciéndome preguntar; ¿Por qué tanta cantidad? ¿Tantas personas vivían aquí? Eso me hizo cuestionar demasiado, sin embargo, mi mente se nubló por completo al sentir todo tipo de aromas que hacían gruñir a mi estómago, porque llevaba más de cuarenta y ocho horas sin ingerir algo realmente comestible y cuando pude haberlo hecho, noqueé a la persona me iba a alimentarme.

Ruleta Rusa © [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora