Mi respiración estaba completamente errática mientras aún sostengo aquella navaja entre mis manos y me perdura la sensación del calor de aquel pequeño cuerpo comparado al mío, incluso aún puedo sentir su presencia por el maldito bulto que crece bajo mis pantalones como si fuera un puto puberto de los cojones. Maldita niñata.
Mi vista se dirige a Isaak, el cual se pone aún más pálido al ver la mirada de mala muerte que le echo, mientras la ira me toma al recordar las palabras de esa mojigata que me hacen poner a arder en cólera. ¿Quién se creía para faltarme el respeto y decir que yo era un puto perro faldero?
Mis manos se hacen puños mientras mi deseo de matar a todo lo que se me cruza crece de forma violenta y con mi mandíbula a punto de quebrarse le hablo al idiota frente a mí.
—¿Acaso eres estúpido? ¿Cómo cojones vas a entrar así a mi oficina?—pregunté en un tono agrio y sumamente lento.
Ante mis palabras, el hombre de metro ochenta traga grueso y sé que intentará librarse de la situación, pero ahora mismo, debido a mi estado, dudo que pueda hacerlo. Quiero matarlo y nada me impedirá hacerlo como lo hice con los anteriores.
—Lo lamento, Señor—parece temblar—solo quería alertarle que Amelia ya no encontraba en su habitación. Simplemente no lo pensé.
Mis brazos se endurecen marcando mis venas mientras recuerdo que por su estúpida interrupción arruino los malditos planes que tenía con esa sanguijuela que se atrevió a verme la cara, pensando que las cosas se quedarán así. Amelia, lo lamento, pero de La Bestia nadie escapa y menos una niña como tú.
Tengo un placer por la disciplina, por el orden y las reglas. El adoctrinamiento en una de las prácticas más sensuales y lascivas que existen en este mundano mundo, incluso el hecho de infringir dolor, sufrimiento y desespero era simplemente excitante y fascinante. Mi lado sádico colisiona con mi dominación, haciendo que la sumisión y el bondage sean simplemente técnicas que crean cosas en mí, como ahora mismo estoy sintiendo, porque ver el rostro asustado de Amelia cuando saque mi navaja y su leve tartamudeo cuando la fría hoja de su filo presiono en ese punto sensible, hizo que todo en mí se endurezca y cree mil escenarios donde ella aprendería a utilizar el vocablo apropiado cuando habla conmigo. Ya no toleraré más de sus imprudencias y le enseñaré cómo ser una buena niña.
Aún sigo sin poder borrar de mi mente aquella tentadora sangre que cayó de su muslo, que me llamó con desespero a lamerlo y a deleitarme con aquel metálico sabor.
—Se nota que tú no piensas ni mierda—Isaak solo asintió, teniendo cuidado de no dar un paso en falso—Además no creas que esa rata se me iba a escapar de mis manos tan fácilmente.
En ese momento, la expresión del moreno cambió y sé que tiene alguna mierda que decir, porque uno de sus más grandes defectos es la maldita impulsividad a la hora de hablar, aquella que algún día lo va a matar y serán mis manos las que lo harán, porque yo no requiero de nadie y si quiero matar a este bueno para nada, lo haré.
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Ruleta Rusa © [+18]
Romance¿Qué sucedería si tu destino depende de un juego letal? Amelia Becker, una mujer que está en su segundo año de enfermería y es la única hija de unos importantes empresarios llamados Henry Becker y Ernestine Becker. Pero lo que ella no sabía era que...