Por fin, estoy de vacaciones. Verano, calor, libertad... Y pensar que hace un año todo era completamente diferente. Es increíble cómo tu vida puede cambiar en un momento. Se acabó el estudiar por ahora.
Miro el móvil, revisando la última conversación que tuve con Rodri, ni siquiera me respondió a la pregunta de aquel fatídico día en el que me asaltaron aquel trío de idiotas. Al día siguiente no me contestó y yo tampoco quise insistir. En este momento, lo odio.
Dentro de una semana, tendré que irme al pueblo de mis abuelos, con mi madre. Recogeré las notas, haré la maleta y nos marcharemos. Siempre me ha tenido encerrada en ese maldito pueblo en vacaciones. Lo que más me entristece es no estar junto a Nicolás y Rodrigo.
Y ahora me toca comunicárselo a ellos. Para celebrar el fin de curso, hemos quedado esta tarde en la casa de Rodri para ver una película con palomitas y cena. La verdad es que me haría mucha ilusión si no fuese por la incómoda tensión que existe ahora mismo entre Rodri y yo. La mayor parte de la participación en la conversación que tuvimos por el grupo de WhatsApp para organizar la tarde era de Nicolás. Yo siempre intentaba intervenir lo menos posible a pesar de que al mismo tiempo deseaba verlos a los dos.
Procuro ponerme lo más guapa que puedo. Las cicatrices se han convertido en leves marcas pero aún llaman la atención. Mi cabello continúa demasiado corto, aunque me recuerda al peinado final de Rapunzel en Enredados por lo que me hace sentir mejor. El maquillaje se ha convertido en mi mejor amigo en los últimos meses, lo he utilizado para disimular las cicatrices pero por alguna razón hoy no me lo voy a aplicar. Siento que he perdido todas las esperanzas de alcanzar a Rodri, lo he intentado impresionar desde que tuve el accidente y ni el maquillaje, ni los vestidos bonitos y ni las canciones han podido con él y yo ya lo doy por perdido.
Lo mismo hago con la ropa. Escojo una sencilla blusa blanca y anudo una pajarita negra entorno al cuello. Me pongo unos shorts negros de encaje y unas sandalias plateadas. Cojo algo de dinero para comprar unas pizzas para la cena y poco más. Voy a medias con Nicolás, Rodri nos las prepara y pone la casa. Me despido de mi madre y tras repetidos "ten cuidado" salgo de casa.
Me dirijo a la puerta de Nicolás y llamo tres veces seguidas para que me reconozca. Estoy ilusionada por verlo, siempre me saca una sonrisa.
Nicolás abre la puerta y me lanzo sobre él para darle un beso en la mejilla. Me abraza pero la unión no dura mucho. Cuando nos separamos, lo noto un poco nervioso.
—¿Preparado? —pregunto con una sonrisa.
—Sí, bueno... —se rasca la cabeza y mira a todos lados incómodo, pronto se me borra la sonrisa de la cara— Ha surgido un imprevisto.
—¿Un imprevisto?
—Algo así. He hecho otros planes.
—¿Con quién? ¿Por qué no has avisado?
—Es que, no lo tenía planeado. Verás... tengo novia.
Aquella noticia me deja de piedra. ¿Novia? ¿Quién?
—¿Y Elisabeth? -pregunto.
Hace un tiempo, Nicolás me contó acerca de aquella chica, se le iluminaban los ojos cada vez que la nombraba, estaba claro lo que sentía por ella. Por eso me estraña que esté con otra persona.
—Ya hablamos sobre nuestra situación y llegamos a la conclusión de que solo podemos ser amigos y de que estamos mejor así.
—Ah...
No me creo ni una palabra.
—Pero habíamos quedado —insisto.
—Lo sé —responde Nicolás—, pero ha surgido así —mira hacia abajo—. Acabamos de empezar y queremos estar solos. Ahora viene hacia aquí.
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Despertar
Teen FictionAlba, acaba de despertar de un coma producido por un accidente de tráfico. Está confusa y desorientada. No sabe donde está ni quién es. Y lo más importante: no recuerda nada de su anterior vida. Tendrá que recuperar la memoria y recordar a las perso...