15. Marchar

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Acaricio con las puntas de mis dedos el suave pelaje de Nico que, entre caricia y caricia, se ha quedado dormido sobre mi pecho; está ronroneando. Supongo que el latido de mi corazón habrá contribuido a que su respiración se haya acompasado.

Echada sobre la cama, miro al techo, escuchando música de mi Xperia y con Nico acurrucado en mi torso. En verdad, no tengo ganas de hacer nada, la primavera avanza y el calor comienza a instalarse en la ciudad, cada vez más reacio a irse.

Observo a mi gato y jugueteo con sus orejas pero él sacude la cabeza para ahuyentar a mis dedos, molesto. Nicolás tenía razón: Nico tiene los ojos de diferente color, el derecho es de un verde apagado y el izquierdo es azul celeste. Lo que le hace un animal precioso, parece especial.

Después de la desagradable tarde que pasé con Guille, salí de mi casa y lo acompañé hasta la parada de autobús para despedirlo. No lo besé, ni le dije "te quiero", ni siquiera lo miré. Él no preguntó.

Al llegar a casa, encontré a mi madre haciendo carantoñas a Nico en el sofá; me miró y luego apartó la mirada.

—Será mejor que le compremos un comedero y arena. ¿No crees? Por lo menos, hasta que se lo des a alguien.

Eso fue lo único que dijo, al día siguiente fuimos a una pajarería y compramos todo lo necesario pero nunca llegamos a encontrale un nuevo dueño al gato. Mi madre se encariñó de él y acabó formando parte de la familia.

No le he comentado a nadie lo de mi repugnante encuentro con Guille, le pedí que él tampoco lo hiciera.

A veces tengo la sensación como si la noche durara eternamente, incluso, he llegado a la conclusión que no de que no he vuelto a sentir aprecio por nadie desde hace mucho tiempo, hasta he comenzado a dudar sobre mis sentimientos hacia Rodrigo. Di en Psicología que si la reprocidad entre dos personas es nula, la atracción se va desgastando poco a poco hasta desaparecer. Con esto me refiero a que si no recibo "cariño" por parte de Rodri acabaré por dejar de sentir nada por él. La idea me aterra pero a la vez me alivia; no sé hacia qué lado de la balanza inclinarme, supongo que el tiempo lo determinará.

Pero ese no es el caso. Lo importante es que aquella sensación de soledad, tristeza y vacío que me arrastró al suicidio vuelve a resurgir de mi interior de nuevo, y me asusta, me asusta mucho.

Siento un escozor detrás de mis ojos continuamente, como si en cualquier momento rompiese a llorar. El sueño desaparece y el insomnio vuelve a hacerse más constante, veo oscuridad en el futuro y fracaso en el pasado. Y el miedo se instala en mi mente, como si fuese a quedarse ahí de por vida.

Me tapo los ojos con el antebrazo y sollozo.

La ilusión por la vida ha desaparecido de mi ser. También di en Psicología que la gente se suicida no por desesperación sino por desesperanza.

Miedo... Miedo y ausencia de esperanza; es todo lo que siento.

A pesar de todo, tengo una ligera idea de la procedencia de estos sentimientos y parece bastante lógica: Guille.

Desde que estoy con él el día a día no tiene sentido; su sola presencia y sus mensajes me revuelven las tripas y me hacen más irritable. Lo odio con todas mis fuerzas.

Lo sé, lo sé... Sé que la culpa es mía y que solo empecé a salir con él por lástima y que ahora me está pasando factura.

No lo niego: soy egocéntrica, desconfiada y egoísta, pero acepto esa parte de mí como cualquier otra; no creo que todas las personas puedan hacer lo mismo mientras intentan calmar sus conciencias fingiendo ser quienes que no son. Por lo menos, me acepto tal y como soy porque el ser humano nunca ha sido perfecto y jamás lo será.

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