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«El camino a mi casa es muy aburrido por las tardes. Veo a la gente pasar, a los autos y a los aviones que casi rozan los edificios. Todo es tan aburrido. Me concentro en la música de mis audífonos, cierro los ojos y trato de no dormirme. Hace calor, el movimiento del camión es lento. Bajo mis parpados veo luces, apenas destellos blancos que dejan telarañas. Huele a fechas cercanas a diciembre, a fiestas de fin de año. Pero no huele a la comida o al árbol artificial de navidad. Se levanta en el aire un olor a "pólvora" digo en voz baja.
Abro los ojos. La persona más cercana está a diez asientos del mío. Miro hacia fuera, no hay algún vestigio obvio de la procedencia del olor. El camión se detiene, muchas personas comienzan a subir. La pólvora no salía de mi nariz. Cerré los ojos y traté de inhalar para reducir el aroma tan asfixiante. Una mujer se sentó a mi lado. Yo no quería hacer contacto visual con nadie, comencé a hacer muecas por el asco. La temperatura comenzó a subir. Los aviones se escuchan como una ola de martillos golpeando un muro. Pienso que moriré, que quizás se trate de un infarto o de un derrame cerebral.
Empujo a la mujer y me bajo por la parte trasera del camión. Escucho reclamos de parte de algunas personas. En la parada del autobús había un chico leyendo un libro. La brisa de la calle se llevó el calor y el aroma insoportable, sin embargo, me sentía mareado aún. Me faltaban algunas cuadras para llegar a mi casa, mis piernas temblaban. No morí en el camión; "lo haré en la calle", pensé.
Luces empezaron a caer del cielo, eran blancas como las que se dibujaban bajo mis ojos. Me recargo sobre mis rodillas. Unas florecillas amarillas comenzaron a salir debajo del concreto. Mis manos buscaban algo en el aire, querían alcanzar algo en el suelo. Las personas me veían. Estaba teniendo una erección.
-¿Te encuentras bien? -me pregunta el chico que leía el libro.
Era Rodrigo y me hice consciente de dónde estaba y de que necesitaba ayuda.
-No... - vomito sobre sus zapatos.
-Qué puto asco- grita y salta de la banca.
La gente me mira con disgusto. Mis manos van hacia mi rostro y vomito en ellas, el liquido entra por las mangas de mi camisa. Lo siento en las axilas. Me muero en público. Veo algunas luces más, se doblan mis piernas y caigo con el rostro en el suelo. A lo lejos, la luz del edificio abandonado me apuntaba como si Dios mismo recogiera mi alma».
Juan Carlos se despertó y corrió hacia el baño para vomitar. Su madre se acercó a la puerta del baño y tocó suavemente para no espantar a su hijo. Juan Carlos detuvo la puerta desde el otro lado y le dijo que todo estaba bien.
-Solo fue un pequeño mareo -comentó antes de volver a vomitar.
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Rodrigo volvió a juntarse con el grupito de Juan Carlos a la hora del almuerzo. "Todo está bien", pensó Juan Carlos. Ya no hablaba tanto con Melisa desde hace una semana. Se saludaban al entrar al salón, pero no tenían conversaciones largas. "Quizás no se gustaron", reflexionó Juan Carlos cuando vio a pasar a Melisa junto a otras tres compañeras. Melisa giró e hizo contacto visual con Juan Carlos. Parecía estar molesta, sin embargo, no dijo nada.
Los exámenes del primer parcial terminaron, eso significaba el inicio del maratón de la escuela. Juan Carlos le explicó a Rodrigo sobre el evento, tanto del proceso de registro y como del premio. "No es la gran cosa" advirtió Juan Carlos. Sin embargo, Rodrigo sabía que era una gran oportunidad para ser conocido por otros compañeros de otros grupos. Se registró y decidió competir aún sabiendo que su condición física no era la mejor. Juan Carlos y los demás chicos del grupo se apuntaron también, no obstante, su objetivo no era ganar, sino pasarla bien. El profesor de literatura se sorprendió de que Juan Carlos corriera, e incluso su abuelita soltó una pequeña risa antes de darle un sermón sobre probar y ganar.
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El muro de espuma
ParanormalDos chicos se conocen en una parada de autobuses. Uno es introvertido, tímido y amable con las demás personas. El otro es sociable y se emociona con efusión por hacer nuevas amistades. Juan Carlos cree que conoce Rodrigo desde antes, pero no está se...