The Fan {One piece}

2. Estrés

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La felicidad de haber conseguido un nuevo empleo cuya remuneración favorecería a la economía de su hogar, se vio nublada por la exigencia del trabajo en cuestión.

Incluso si Sabo tiene una basta experiencia manejando a la perfección diversas situaciones bajo estrés. No le hace el fan número uno ser víctima de ello.

Y es que, para el rubio, Rob Lucci era un demonio mismo. Estricto, malhumorado, descortés, seco, inasequible, carente de compresión y humildad, además de un carácter horrible que a Sabo le recuerda al de un Leopardo que lleva sin comer por semanas y siempre al asecho.

-Quiero que programes una cita con Morgans, ese pajarraco me debe dinero, asegúrate de llamar también a dos asistentes de seguridad por si trata de escapar -le ordena Lucci, aventando su abrigo negro y pesado a uno de los escritorios de Sabo, ahora el rubio entiende porque Kalifa tenía tres-. Márcale a Hack y dile que necesito su respuesta sobre el artículo de corrupción política en Arabasta, también que revise su correo porque le mandé otro artículo sobre la economía manufacturera de los muelles de Water Seven y no he recibido respuesta. Cancela mi cita de las cinco hasta las siete y mantente atentó porque llegará un paquete el día de hoy y es confidencial. También necesito que redactas una carta de renuncia para Kalifa, está ocupada y sólo vendrá a firmarla dentro de dos horas, aparentemente su cita con el obstetra es más importante que su antiguo jefe quien la apoyo tanto, es un alivio que no te embaraces como ella.

Todas las palabras lanzadas por Lucci ni siquiera son dichas en su cara, Sabo es quien debe seguirlo desde su escritorio hasta su oficina para anotar cada indicación. Actualmente, Sabo ya ha mejorado su letra cursiva porque Lucci no le da tiempo de escribir con su normal letra pulcra y derecha.

-Morgans tiene libre el día viernes por si quiere que se agente la cita para ese día, tiene un espacio libre a las cinco de la tarde. El señor Hack ya aprobado el artículo sobre Arabasta y está revisando el de Water Seven. Su paquete ya ha llegado mientras se fue a comer, está en mi cajón bajo llave; en cuanto lo necesite se lo llevaré. Y Kalifa ya marco, dijo que mejor vendría el día de mañana porque quiere estar tranquila durante y después de su ecografía, le manda saludos.

Para Lucci, Sabo era el asistente perfecto, no se empeñaba en hacer conversación a diferencia de Kalifa, su exsecretaria ahora embarazada, adelgata sus órdenes y tiene buena memoria para su agenda. También ha aprendido sus pequeñas rutinas, como su café favorito, a qué hora lo bebe y en qué momento llevarlo a su oficina; el horario para salir a merendar y en qué momento recoge su abrigo. También tiene una organización mucho más impecable que la otra rubia de lentes, Sabo sabe dónde deja documentos o papeles específicos, sabe cómo y cuando guardarlos.

Todo ello porque Sabo se ha tomado el trabajo de forma personal. Si Rob Lucci era tan mal jefe porque nunca le daba tiempo ni de almorzar y casi no podía ir al baño, entonces Sabo le demostraría que él podía con todo.

Lucio asintió antes de cerrar la puerta de su oficina y dejar a Sabo fuera. El secretario suspiro antes de darse la vuelta en camino a su propio escritorio.

El resto del día fue tan agotador y ocupado como los anteriores días en su antiguo puesto. Cada vez sentía que llegaba mucho más decaído a casa, lo único que lo mantenía cuerdo y firme en aquel puesto como asistente era la paga.

Rob Lucci fácilmente podría estarse pudriendo en tanto dinero, que el salario de Sabo apenas significaría una pequeña parte de toda la factura. Seguro los impuestos que se le cobraban a Lucci era el equivalente al pago libre de Sabo. Así de rico era ese maldito exigente.

-Te ves horrible -le dijo una voz a su lado.

Sabo estaba en su última clase del día, era viernes y por fin tendría un descanso por dos días sin Lucci. Sólo tendría que resistir a la tarde y sería libre.