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Viernes 13 de Agosto


Conseguí terminar la primera semana de clases. Puedo considerarme una sobreviviente de guerra porque francamente no sé cómo un adolescente puede conseguir llevar el ritmo de las clases sin parar.

Fue osado creer que sería igual que en la preparatoria, que los profesores tendrían el tacto de tratarnos como alumnos nuevos. Si fuera mi primera clase de conducción a ciegas me sorprendería de vuelta al ver el rostro de mi padre cuando confundí el pedal de freno con el de aceleración. Mi rostro no salía del susto cuando los profesores nos llamaban la atención al ver que la gran mayoría de temas que se supone vimos en preparatoria eran más recuerdos vagos de verano que uno fijo y preciso del presente.

Así que no quiero arriesgar mi pellejo la siguiente semana, estoy dando un repaso de mis notas y por si las dudas resumiré información que vimos en estos días.

Por otro lado, mi objetivo de la semana creo que se medio cumplió.

Hice una amistad.

Al menos, creo que se le tiene que considerar así a la persona con la que te juntas en el tiempo libre.

Se trata de la persona con la que fuí al cambio de edificio el primer día. La chica parece agradable y al igual que yo carece levemente del don de socialización porque nos tomó cuatro días sobrevivir en soledad. Supongo que di un gran paso para cambiar un poco de mí porque fui yo quien se sentó en la misma jardinera y gracias a eso, ella pudo entablar la línea de comunicación. Así que todo bien ahí.

Pero si soy franca podría decirse que todo fue accidentado.

En realidad ese día teníamos dos horas libres, dos largas horas en las que el pánico se apoderó de mí. La primera hora no tuve complicaciones porque como de costumbre me fuí directo a la biblioteca. Pero faltando media hora para acabar el segundo tiempo mi estómago me jugó sucio porque necesitaba ir al baño.

Tuve que irme del lugar hasta llegar al edificio aledaño pues los más cercanos se encontraban cerrados. Al salir del sanitario fuí directo a una jardinera que creí se encontraba vacía pero me tomó por sorpresa que se encontrará ahí una compañera de la clase. Aunque me quise ir pensé que lo tomaría a mal si me viera huir (ya me había visto). Así que no me quedó de otra que sentarme casi cerca de ella. Creo que mi silencio le incómodo porque de inmediato, con un poco de pena comenzó a hablarme.

Por suerte, el viernes las clases acabaron temprano y no hubo problema en volver a casa sin contratiempos.

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Diario escolar (Lésbico) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora