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Miércoles 17 de Octubre
09:43 pm


Me dejó tranquila escucharte decir que agradecias mi ayuda. Ya ni siquiera te extrañaba después de un par de semanas al verme sentada en el paradero cuando llegabas.

Después de dos meses lo volvimos un hábito pues ahora lo estaba haciendo a diario y tú lo aceptabas. Tal vez porque te quitaba un peso de encima al llegar cargando semejante bolsa. Sigo sin saber que tanto llevas ¿piedras?

Y también lo hacía bastante nuestro porque siendo la primera hora nadie más que nosotras llegábamos con esa puntualidad a la escuela. Contadas eran las almas que se dejaban ver en los corredores pero estaban más interesados en entrar a las aulas a resguardarse del intenso frío que ofrecía la mañana.

Creo que gracias a esto escale un peldaño más en tu misteriosa vida. Porque si, aún había mucho que no sabía de tí, habían tantas cosas que me gustaría saber y otras no tanto por temor a las consecuencias en mi persona. Supongo que la que más me tiene en alerta y de la que prefiero no conocer es la duda que cualquiera tendría de la persona que está enamorada en secreto.

Conocer si tiene alguna relación.

No sabría qué hacer si por cosas de la casualidad llegará a enterarme de esa información. Y aunque me he mantenido al margen, hay ciertos detalles que me están dejando claro algunas partes de ti. No tienes hijos. Lo sé porque he estado en tu oficina y tal parece que te conformas con lo minimalista, no hay fotografías en el escritorio, solo libros y documentos que dejas preparados desde un día antes.

En cierta ocasión mientras te esperaba en la parada, bajaste del transporte respondiendo una llamada. Por lo que entendí, se trataba de tu progenitora, le preguntaste por la salud de una persona que de inmediato interpreté como una mujer. Al colgar, tu rostro se aligeró señalando lo agradecida que estabas de la respuesta y tu felicidad fue tanta que no te importó compartirlo conmigo.

Era tu sobrina, ella se encontraba de mejor salud luego de sentirse mal la noche anterior y llevarla de urgencias al pediatra. Por la lejanía de dónde residen solo podías mantenerte al pendiente por medio de llamadas. Así que supuse que esa noche por la preocupación ni siquiera pudiste conciliar el sueño.

No sé si hice bien o no pero al verte con el semblante más relajado te tome la mano señalando lo feliz que me hacía verte mejor. Entendí que la familia era uno de los mayores tesoros que tienes y eso me hizo pensar de nueva cuenta lo que traía en mente. ¿Estarás casada?

Quisiera seguir jugando con la esperanza de que no sea así.

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Diario escolar (Lésbico) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora