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Martes 12 de Octubre


Estoy en serios problemas. Creo que me van a matar.

¿Sería demasiado tarde para cambiarme de carrera?

Hoy como de costumbre, el profesor nos ordenó colocarnos en equipo. Pero debido a una serie de eventos desafortunados que no quiero recordar esa mañana llegué demasiado tarde a la clase.

Las cosas no podían empeorar después del gran regaño del profesor al explicar la importancia de la puntualidad y solicitar la excusa que usaría para justificarme. No le respondí y creo que se enojó más (fue lo mejor) me dió vergüenza explicar que a mis 19 años no sabía tomar el transporte público.

Gracias a una falla del motor el auto se quedó a medio camino. Papá insistió en que lo mejor sería faltar a clases pero si algo he aprendido es que cuando uno no asiste, una fuerza divina se posa ese preciso día para poner los créditos extras de exámen o la formación de equipos para proyectos y yo ya tenía miedo de lo último. Así que no podía arriesgarme.

Lo del autobús fue un decir porque papá llamó por teléfono a un taxi de su entera confianza y más fue el tiempo en que espere, que lo que llegamos a la universidad.

Pero volviendo al tema, si antes mencioné que me van a matar es porque enserio así va a pasar.

Resulta que el profesor se dió a la tarea de integrarme una pareja. Está persona al igual que yo también había llegado tarde aunque su retraso fue menor que el mío. Formamos equipo y una vez que terminó de explicarme lo que faltaba por hacer, me di a la tarea de realizar lo que me indicó. No tuve de otra pues aunque a ambos se nos hizo tarde, por orden de llegada él era el líder.

Me sorprendió lo fácil y divertido que fue trabajar con él. Supongo que mi percepción se basaba en un estereotipo ortodoxo que tengo por el estilo de vestimenta de los demás. Sé que no hay que juzgar a un libro por su portada y que no porque el libro vista de chaqueta de cuero y botas quiera decir que es un rebelde sin causa. Fue didáctica la convivencia e incluso nos felicitaron por presentar un trabajo bien estructurado al final de la clase. Él parece ser un chico único en su tipo e incluso me dió el honor de pasarme su número de celular.

Y esa acción final es lo que me llevó a la catastrófica consecuencia del día.

No calculé los pros y contras de dichas acciones. Pues omití ciertos detalles que pase por alto las primeras semanas.

Como en cada grupo de convivencia, los estatus están a la orden día. En las cadenas sociales pareciera que nosotros nos desenvolvemos en un rango que es designado dependiendo de la personalidad o el desenvolvimiento con nuestro entorno. Está demás decir dónde es que me encuentro yo, (francamente me tiene sin cuidado), pero lo que tenía que ser para pensar era el lugar en el que está persona se encontraba. No sólo era uno de los más inteligentes del salón (por lo que note en nuestra integración) sino que era algo popular.

Dime con quién andas y te diré quién eres... pues él tenía cierta amistad con una de las mujeres de mayor rango en la pirámide social. Después de repasar en mi mente la primera semana, entendí que hay personas que no necesitan planear su día una noche antes, es probable que fueran dotados con un don celestial que les permite desenvolverse con naturalidad, dado que es casi un delito ignorarlos. Ella era de las pocas chicas que sobresalía de nuestra clase, por lo poco visto, la puedo definir cómo una persona bastante enérgica y bonita. Bien podría ser mi polo opuesto de personalidad cosa que deja con la incógnita si... ¿Alguna vez podría relacionarme con una persona así?

Retomando el asunto, resulta que él chico de aspecto rudo me dió su número de contacto, ¿Cortesía o tal vez pensando en futuras actividades escolares? No lo sé. El punto fue que pude sentir el momento exacto cuando su amiga se nos quedó viendo con cara de confusión.

Caí en cuenta que ella podría ser una de dos cosas; O la novia de él, pues parecía que no se apartaban uno del otro a pesar de estar con variadas personas a la vez, o solo un muy buen amigo. Esto último lo refute cuando en un descuido del profesor ella se levantó para ir a nuestra área de trabajo a preguntarle algo y en respuesta él recibió una pequeña sacudida a su frondoso cabello.

Supongo que fue una sutil forma de decir. «Quieta perra, este hombre es mío»

Supuse que con poner distancia bastaría para calmar las aguas pero no contaba con que él (en la última clase) decidiera por voluntad propia volver a hacer equipo conmigo. Esto sí que resultó sorpresivo para su amiga/posible novia de él porque su quijada se desencajó tan pronto lo vió irse a mi lado. Lo segundo que ví fue una risa compartida entre ambos. Quiero pensar que es una especie de ira controlada pues nadie en su sano juicio se atrevería a hacer una escena de celos en plena clase.

Me pase los próximos cuarenta minutos aguantando las sutiles miradas de ella sobre nosotros que en un destelló de valor me atreví a sostenerle la vista, lo que fue contraproducente porque quiero pensar que fue tomado como desafío el cual perdí ante una amenazante sonrisa burlona o eso imagino yo.

Después de aquello, salí disparada del aula, no me importó dejar a medias mis anotaciones para los deberes del siguiente día, porque al menos sé que la clase es a última hora.

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Diario escolar (Lésbico) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora