CAPÍTULO 6

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La sala de armas tenía exactamente el aspecto que se suponía que debía tener. Las paredes de metal pulido estaban adornadas con toda clase de espadas,
dagas, estiletes, picas, horcas de guerra, bayonetas, látigos, mazas, garfios y arcos. Bolsas de suave cuero llenas de flechas oscilaban colgadas de ganchos, y había montones de botas, protectores de piernas y guanteletes para muñecas y brazos. El lugar olía a metal, a cuero y a
pulimento para acero.
Richard y Joel, que ya no iba descalzo, estaban sentados ante una larga
mesa situada en el centro de la habitación, con la cabeza inclinada sobre un objeto colocado entre ellos. Joel alzó la mirada cuando la puerta se cerró detrás de Erick.
-¿Dónde está Hodge? preguntó.
-Escribiendo a los Hermanos Silenciosos.
Richard contuvo un estremecimiento.
-¡Puaj!
La joven se acercó a la mesa lentamente, consciente de la mirada de Richard.
-¿Qué hacéis?
-Dándole los últimos toques a estas cosas.
Joel se hizo a un lado para que pudiese ver lo que había sobre la mesa: tres largas varitas delgadas de una plata que brillaba débilmente. No parecían afiladas ni especialmente peligrosas.
-Sanvi, Sansavi y Semangelaf. Son cuchillos serafín.
-No parecen cuchillos. ¿Cómo los habéis hecho? ¿Con magia?

Richard se mostró horrorizado, como si le hubiese pedido que se pusiera un tutú y efectuara una perfecta pirueta de ballet.
-Lo gracioso respecto a los mundis. -Dijo Joel, sin dirigirse a nadie en concreto. -Es lo obsesionados que están con la magia, para ser un grupo de gente que ni siquiera sabe lo que significa la palabra.
-Yo sé lo que significa. -Le dijo Erick con brusquedad.
-No, no lo sabes, simplemente crees que lo sabes. La magia es una fuerza oscura y elemental, no tan sólo un montón de varitas centelleantes, bolsas de cristal y peces de colores que hablan.
-Yo nunca dije que fuera un montón de peces de colores parlantes, tú...
Joel agitó una mano, interrumpiéndole.
-Si alguien llama a una anguila eléctrica patito de goma, eso no convierte a la anguila en patito, ¿no es cierto? Por tanto, que Dios se apiade del pobre desgraciado que decide que quiere darse un baño con el patito.
-Estás diciendo tonterías. -Observó Erick.
-No es verdad. -Replicó Joel, con gran dignidad.
-Sí, lo es. -Dijo Richard, de un modo bastante inesperado-. Mira, nosotros no hacemos magia, ¿de acuerdo? -Añadió, sin mirar a Erick-. Eso es todo lo que necesitas saber al respecto.

Clary quiso replicarle, pero se contuvo. A Richard no parecía gustarle, así que de nada servía empeorar su hostilidad. Volvió la cabeza hacia Joel.
-Hodge dijo que puedo ir a casa.
Joel estuvo a punto de soltar el cuchillo serafín que sostenía.
-¿Qué dijo qué?
-Para buscar en las cosas de mi madre. -Corrigió-. Si tú me acompañas.
-Joel. -Exhaló Richard. -Pero Joel no le hizo caso.
-Si realmente quieres demostrar que uno de mis padres era un cazador de sombras, deberíamos mirar entre las cosas de mi madre. Lo que queda de ellas.
-Meternos en la madriguera del conejo. -Joel sonrió maliciosamente-. Buena idea. Si vamos ahora mismo, deberíamos tener otras tres o cuatro horas de luz solar.
-¿Queréis que vaya con vosotros? -Preguntó Richard, mientras Erick y Joel se encaminaban a la puerta.
Erick volvió la cabeza para mirarle. Había medio abandonado la silla, con ojos expectantes.
-No. -Joel no volvió la cabeza-. No es necesario. Erick y yo podemos ocuparnos de esto solos.
La mirada que Richard lanzó a Erick fue tan agria como el veneno. El joven se alegró cuando la puerta se cerró tras él.

Joel encabezó la marcha por el pasillo, con Erick medio trotando para mantenerse a la altura de su larga zancada.
-¿Tienes las llaves de tu casa?
Erick echó una ojeada a sus bambas.
-Sí.
-Estupendo. No es que no pudiéramos entrar por la fuerza, pero tendríamos mayores posibilidades de perturbar las salvaguardas que pudiera haber instaladas si lo hiciéramos.
-Si tú lo dices.
El pasillo se ensanchó en un vestíbulo con suelo de mármol, con una cancela de metal negro colocada en una pared. Hasta que Joel no oprimió un botón que había junto a la puerta y éste se iluminó, Erick no comprendió que se trataba de un ascensor. Éste crujió y gimió mientras subía para ir a su encuentro.
-¿Joel?
-¿Sí?
-¿Cómo supiste que tenía sangre de cazador de sombras? ¿Había algún modo de que pudieras darte cuenta?
El ascensor llegó con un último crujido. Joel descorrió el pestillo de la reja y la deslizó a un lado, abriéndola. El interior recordó a Erick una jaula para pájaros, todo metal negro y decorativos pedacitos dorados.
-Lo imaginé. -Dijo él, pasando el pestillo de la puerta tras ellos-. Parecía la explicación más probable.
-¿Lo imaginaste? Debiste de haber estado muy seguro, teniendo en cuenta que podrías haberme matado.
El muchacho presionó un botón en la pared, y el ascensor dio una sacudida, poniéndose en marcha con un vibrante gemido que Erick notó en todos los huesos de los pies.
-Estaba un noventa por ciento seguro.
-Comprendo. -Dijo Erick.

Shadowhunters [CNCO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora