-¿Crees que despertará alguna vez? Ya han transcurrido tres días.
-Tienes que darle tiempo. El veneno de demonio es algo potente, y él es un mundano. No tiene runas que le mantengan fuerte como a nosotros.
-Los mundis mueren muy fácilmente, ¿no es cierto?
-Christopher, ya sabes que trae mala suerte hablar de muerte en la habitación de un enfermo.Tres días pensó Erick lentamente. Todos sus pensamientos discurrían tan densa y lentamente como la sangre o la miel.
"Tengo que despertar".
Pero no podía.
Los sueños le retenían, uno tras otro, un río de imágenes que le arrastraban como una hoja zarandeada en una corriente de agua. Vio a su madre yaciendo en una cama de hospital, los ojos como moretones en un rostro blanco. Vio a Luke, de pie sobre un montón de huesos. A Joel con alas de blancas plumas brotándole de la espalda, a Christopher sentado desnuda con su látigo enroscado en el cuerpo como una red de anillos dorados, a Simon con cruces grabadas a
fuego en la palma de las manos. A ángeles, que caían y ardían. Que caían del cielo.
-Te dije que era la misma chica.
-Lo sé. Es poquita cosa, ¿verdad? Joel dice que mató a un rapiñador.
-Sí. La primera vez que le vimos, me pareció que era un niño.
-Bueno, nadie luce su mejor aspecto con veneno de demonio en las venas. ¿Hodge va a llamar a los Hermanos?
-Espero que no. Me ponen los pelos de punta. Cualquiera que se mutile de ese modo...
-Nosotros nos mutilamos.
-Lo sé, Richard, pero cuando lo hacemos, no es permanente. Y no siempre duele.
-Si eres lo bastante mayor. Hablando del tema, ¿dónde está Joel? Le salvó, ¿verdad? Yo habría pensado que se tomaría algo de interés por su recuperación.
-Hodge dijo que no ha venido a verle desde que le trajo aquí. Supongo que no le importa.
-A veces me pregunto si él... ¡Mira! ¡Se ha movido!
-Imagino que está vivo después de todo.
-Se lo diré a Hodge.Erick sentía los párpados como si se los hubiesen cosido. Imaginó que notaba que la piel se desgarraba mientras los despegaba lentamente para abrirlos y parpadeaba por primera vez en tres días.
Vio un claro cielo azul sobre su cabeza, con nubes blancas rechonchas y ángeles regordetes con cintas doradas colgando de las muñecas.
¿Estoy muerto? se preguntó- ¿Es posible que el cielo tenga este aspecto?
Cerró los ojos con fuerza y volvió a abrirlos. En esta ocasión advirtió que lo que contemplaba era un techo abovedado de madera, pintado con un motivo rococó de nubes y querubines.Se sentó penosamente. Le dolían todas y cada una de las partes del cuerpo, en especial la nuca. Miró alrededor. Estaba acostado en una cama de sábanas de hilo, una de una larga hilera
de camas parecidas, con cabezales de metal. Su cama tenía una mesilla de noche al lado con una jarra blanca y una taza encima. Había cortinas de encaje corridas sobre las ventanas, impidiendo el paso a la luz, aunque pudo oír el quedo y omnipresente sonido del tráfico
neoyorquino llegando del exterior.
-Vaya, finalmente estás despierto. -Dijo una voz seca-. Hodge estará contento. Todos pensábamos que probablemente morirías mientras dormías.
Erick volvió la cabeza. Christopher estaba encaramado en la cama contigua, el traje negro había sido reemplazado por vaqueros y una ajustada camiseta sin mangas, aunque el colgante rojo todavía le parpadeaba en la garganta. Los oscuros tatuajes en espiral habían
desaparecido; su piel aparecía tan inmaculada como la superficie de un cuenco de nata.
-Lamento haberos decepcionado. La voz de Erick chirrió como papel de lija-. ¿Es esto el Instituto?
Erick puso los ojos en blanco.
-¿Hay alguna cosa que Joel no te haya contado?
Erick tosió.
-Esto es el Instituto, ¿correcto?
-Sí; estás en la enfermería, aunque ya te lo habrás imaginado.Un repentino dolor punzante obligó a Erick a llevarse las manos al estómago. Lanzó un grito ahogado.
Christopher la miró alarmado.
-¿Estás bien?
El dolor se desvanecía, pero Erick era consciente de una sensación ácida en las paredes de la garganta y de un extraño aturdimiento.
-Mi estómago.
-Ah, bueno. Casi lo olvidé. Hodge dijo que te diéramos esto cuando despertaras.
Christopher alargó la mano para agarrar la jarra de cerámica y vertió parte del contenido en la taza a juego, que entregó a Erick. Estaba llena de un líquido turbio que humeaba ligeramente.
Olía a hierbas y a algo más, algo sustancioso y oscuro.
-No has comido nada en tres días. -Indicó Christopher-. Probablemente es por eso que te sientes mareado.
Erick tomó un sorbo con cautela. Era delicioso, suculento y saciante, con un regusto a mantequilla.
-¿Qué es esto?
Christopher se encogió de hombros.
-Una de las tisanas de Hodge. Siempre funcionan. -Se deslizó fuera de la cama y aterrizó en el suelo arqueando la espalda como un felino-. A propósito, soy Christopher Lightwood. Vivo aquí.
-Sé tu nombre. Yo soy Erick. Erick Fray. ¿Me trajo Joel aquí?
Christopher asintió.
-Hodge estaba furioso. Dejaste icor y sangre por toda la alfombra de la entrada. Si Joel te hubiera traído estando mis aquí, ellos lo habrían castigado seguro. Miró a Erick más de
cerca-. Joel dijo que mataste a aquel demonio rapiñador tú solo.
Una imagen veloz de aquella cosa parecida a un escorpión, con su rostro huraño y malvado, pasó como una exhalación por la mente de la muchacha; se estremeció y aferró la taza con
más fuerza.
-Supongo que sí.
-Pero eres un mundi.
-Sorprendente, ¿verdad? dijo Erick, saboreando la expresión de apenas disimulado asombro del rostro de Christopher-. ¿Dónde está Joel? ¿Está por aquí?
El otro muchacho se encogió de hombros.
-Por alguna parte. -Respondió-. Debería ir a decir a todo el mundo que te has despertado. Hodge querrá hablar contigo.
-Hodge es el tutor de Joel, ¿no?
-Hodge es el tutor de todos nosotros. Señaló con la mano-. El baño está por ahí, y he colgado algunas de mis viejas ropas en el toallero por si quieres cambiarte.
Erick fue a tomar otro sorbo de la taza y descubrió que estaba vacía. Ya no se sentía hambriento ni tampoco mareado, lo que era un alivio. Depositó la taza en la mesilla y arrebujó la sábana a su alrededor.
-¿Qué ha pasado con mi ropa?
-Estaba cubierta de sangre y veneno. Joel la quemó.
-¿Ah, sí? inquirió Erick-. Dime, ¿es siempre tan grosero, o guarda eso para los mundanos?
-Bueno, es grosero con todo el mundo. -Respondió Christopher con displicencia-. Es lo que le
convierte en tan condenadamente sexy. Eso, y que a su edad es quien más demonios ha matado.
Erick le miró, perplejo.
-¿No es tu hermano?
Eso atrajo la atención de Christopher, que lanzó una carcajada.
-¿Joel? ¿Mi hermano? No. ¿De dónde sacaste esa idea?
-Bueno, vive aquí contigo. -Indicó Erick-. ¿No es cierto?
Christopher asintió.
-Bueno, sí, pero...
-¿Por qué no vive con sus propios padres?
Por un fugaz instante, Christopher pareció sentirse incómodo.
-Porque están muertos.
La boca de Erick se abrió, sorprendido.
-¿Murieron en un accidente?
-No. -Christopher se removió inquieto, echándose un oscuro mechón de cabello tras la oreja izquierda. -Su madre murió cuando el nació. A su padre lo asesinaron cuando él tenía diez años. Joel lo vio todo.
-Vaya. -Dijo Erick, con voz queda-. ¿Fueron demonios?
Christopher se irguió.
-Mira, será mejor que avise a todo el mundo de que has despertado. Han estado esperando durante tres días que abrieras los ojos. Ah, hay jabón en el cuarto de baño, añadió-. Tal vez
quieras lavarte un poco. Hueles.
Erick le lanzó una mirada furiosa.
-Muchísimas gracias.
-Es un placer.
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Shadowhunters [CNCO]
FanfictionEl día de su cumpleaños, Erick Fray decide visitar un club nocturno junto a su mejor amigo, Simon; en este, es testigo de cómo un grupo de jóvenes asesinan a alguien. Ella descubre que ellos son cazadores de sombras, seres mitad ángeles y mitad huma...