CAPÍTULO 9

6 0 0
                                    

Erick se adelantó para tocar el brazo de Joel, para decir algo, cualquier cosa; ¿qué se le dice a alguien que acaba de ver a los asesinos de su padre? Su titubeo resultó no importar; Joel se quitó de encima su mano como si le escociera.
-Deberíamos marcharnos. -Dijo, abandonando a grandes zancadas la oficina y penetrando en la salita, seguido apresuradamente por Erick y Simon-. No sabemos cuándo puede regresar Luke.

Salieron por la puerta trasera, con Joel usando su estela para cerrarla con llave detrás de ellos, y se encaminaron hacia la calle silenciosa. La luna flotaba como un relicario sobre la ciudad, proyectando reflejos nacarados en el agua del East River. El zumbido lejano de los coches al pasar sobre el puente Williamsburg inundaba el aire húmedo con un sonido parecido al de un aleteo.
-¿Quiere decirme alguien adónde vamos? -Dijo Simon.
-A tomar la línea L. -Respondió Joel, con tranquilidad.
-Tienes que estar tomándome el pelo. -Replicó Simon, pestañeando-. ¿Los mata demonios toman el metro?
-Es más rápido que ir en coche.
-Pensaba que sería algo más molón, como una furgoneta con Muerte a los demonios pintado en el exterior, o...
Joel no se molestó en interrumpirle.
Erick lanzó al muchacho una mirada de soslayo. A veces, cuando Jocelyn estaba realmente enfadada por algo o se sentía disgustada, adoptaba lo que Erick llamaba una calma alarmante . Era una calma que recordaba a Erick el fuerte brillo engañoso del hielo justo antes de resquebrajarse bajo el peso. Joel mostraba esa calma alarmante. Su rostro era inexpresivo, pero algo ardía en el fondo de sus ojos leonados.
-Simon. -Dijo Erick-. Es suficiente.
Simon le lanzó una mirada como diciendo: ¿De qué lado estás? , pero Erick hizo caso omiso.

Seguía observando a Joel cuando giraron para tomar la avenida Kent. Las luces del puente a su espalda le iluminaban el cabello en un improbable halo. Se preguntó si estaba mal que, en cierto modo, se alegrara de que los hombres que se habían llevado a su madre fueran los mismos que habían matado al padre de Joel años atrás. Al menos, de momento, tendría que ayudarle a encontrar a Jocelyn, tanto si quería como si no. Al menos, de momento, no podía dejarle solo.
-¿Vives aquí? -Simon se detuvo alzando una sorprendida mirada hacia la vieja catedral, con los ventanales forzados y las puertas selladas con cinta policial amarilla-. Pero si es una iglesia.
Joel introdujo la mano en el cuello de la camisa y sacó una llave de latón colgada de una cadena. Parecía una de esas llaves que se usan para abrir un viejo arcón en un desván. Erick le observó con curiosidad; el muchacho no había cerrado con llave la puerta tras él cuando habían abandonado el Instituto antes, simplemente había dejado que se cerrara de un portazo.
-Nos resulta útil habitar en terreno sagrado.
-Eso ya lo entiendo, pero, sin ánimo de ofender, este lugar es un basurero. -Comentó Simon, contemplando con recelo la reja de hierro torcida que rodeaba el antiguo edificio y la basura
apilada junto a los escalones.

Erick dejó que su mente se relajara. Se imaginó a sí misma tomando uno de los trapos mojados de trementina de su madre y frotando con él la vista que tenía ante ella, borrando la imagen
como si fuera pintura seca.
Ahí estaba: la visión auténtica, brillando a través de la falsa como una luz a través de cristal oscuro. Vio las elevadas agujas de la catedral, el brillo apagado de las ventanas emplomadas, la placa de latón fijada a la pared de piedra junto a la puerta con el nombre del Instituto
grabado Retuvo la visión por un momento antes de dejarla marchar casi con un suspiro.
-Es una imagen, Simon. -Dijo-. En realidad no tiene este aspecto.
-Si ésta es tu idea de lo que es una imagen, empiezo a pensármelo mejor sobre dejar que cambies la mía.
Joel encajó la llave en la puerta, echando una mirada por encima del hombro a Simon.
-No estoy seguro de que seas del todo consciente del honor que te estoy haciendo. -Dijo-. Serás el primer mundano que haya estado jamás dentro del Instituto.
-Probablemente el olor mantiene alejados al resto.
-No le hagas caso. -Dijo Erick a Joel, y dio un codazo a Simon en el costado-. Siempre dice exactamente lo que le viene a la cabeza. Carece de filtros.
-Los filtros son para los cigarrillos y el café. -Masculló Simon por lo bajo mientras pasaban al interior-. Dos cosas que no me irían mal ahora, por cierto.

Shadowhunters [CNCO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora