Mi maldita curiosidad.

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JIMIN.





El líquido hirviendo que arrasaba entre mis venas hacía que sujete me sujete tan fuerte que entrelace mis brazos en su cuello de forma torpe y tortuosa. Sus cabellos eran suaves, lisos. Intentaba adueñarme y consumirlo. La humedad penetraba mis fosas nasales. Sus grandes manos recorrían mis muslos suavemente, cuando nuestro beso terminó el jadeante chasquido de ambos fue imposible evitarlo. Hasta ahora me percataba de que sus ojos brillaban, uno más intenso que el otro. Nunca lo había visto tan de cerca, por lo que mi mano fue a parar a su rostro detallándolo.

Su incomodidad fue evidente, estaba luchando por apartarse, sin embargo, dejó que siga detallándolo.

—Son hermosos—. Dije mirando detalladamente el color de ambos.

—¿Te gustan?

Asentí acercándome para besar su mandíbula con pequeños besos. Sus manos me recorría la espada sujetándome fuerte mientras me miraba de forma extraña, cierra los ojos con un moviendo lento exponiéndome su garganta. Mi excitación crecía, mis hormonas se disparaban como fuegos artificiales. Aunque más se sentía como lava, lava hirviendo intentado consumirme. Me había tocado un par de veces en la soledad, sin embargo, esto sin duda era mucho mejor. Era Virgen, un maldito Virgen hormonal y siendo sinceros me importaba un carajo la virginidad. Quería sentirlo.

Mi atrevida lengua aprovechaba para lamer y besar sintiendo el constante paso de su saliva tragar. Se sentía exquisito tenerlo bajo mi poder. Me sentía grande, poderoso.

Jungkook me deseaba, tanto como lo anhelaba en todos estos malditos años. Sabía que fijarme en él estaba mal, no era correcto. Probablemente, tenga alguna condición mental y no entendía como saber eso, no me detenía.

Me incendiaba.


El pequeño suspiro saliendo de sus labios hizo que mi atención se desvíe nuevamente a sus labios. Aquellos resecos labios eran una extraña mezcla de gusto por quererlos mojar a cada segundo.

Con un movimiento en seco camino colocándome de pie y volteándome abruptamente. Mis mejillas quedaron aplastadas sobre la mesa y mis lentillas salieron volando por algún lugar. ¡Dios! Estaba tan urgido como para protestar. Mis manos las llevo atrás y en un rápido movimiento fui jalado bruscamente de mi cabello.

Jadee en protesta.

—Puedo matarte aquí mismo—. Su voz tan fría me tensó—. Puedo cortar tu cabeza y colocarla en la jaula donde jamás debiste escapar.

—¡¿qué haces?!—. Chille alarmado—. Suéltame.

Todo indicio de mi excitación murió cuando el pánico me atravesó. ¿Es que acaso jamás dejaré de hacer todo por impulso?

—Tus alas han vuelto a crecer pajarito—. Susurro en mi odio. Mi cuerpo estaba tan tenso, maldita sea, estaba petrificado. ¿Qué ocurre conmigo? Porque suelto jadeos como si la confesión me excitara.—. Deja de hacer eso.

—¿que cosa?—. Dije intentando mirarlo. Estoy jodido, ¿qué me sucede? Por qué anhelo tanto a este idiota.—. Dime... ¿Qué dejo de hacer, Jungkook?

—Deja de tentarme.

—¿Y que si lo hago? —Mierda. Su maldita erección se abultó en segundos presionándome. — Estás duro.

—No te va a gustar conocerme, Jimin...

—¿Crees que me importa?—. Rete apretando mi rostro en una mueca, cada vez su agarre era más fuerte—. Sé, lo demente que estás y tú sabes lo obsesionado que estaba...—. Me corregí—. Estoy por ti, y lo único que has hecho es aumentar este maldito cáncer.

𝐃𝐚𝐫𝐤. © [LA SALVACIÓN EN TUS MANOS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora