Fuera de si (1)

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Era una tarde refrescante, no había mucho sol pero tampoco parecía que fuera a llover, un clima adecuado si se lo preguntaran, levemente nublado sin llegar a ser demasiado frío. Perfecto para quedarse en casa, o al menos esos eran sus planes frustrados al ver que no había casi nada disponible en la nevera.

A fin de cuentas ahora tenía que tener la despensa disponible para tres personas.

- Quédate aquí mocoso, y no causes problemas. -Antes de irse le dio una última mirada al de pelo verde asegurandose de que estaba totalmente quieto. Aunque no le molestaba su compañía prefiere no llamar la atención.

Y según palabras de Shakky, un hombre atractivo con un bebe adorable llamaba mucho la atención.

Luego del primer día de clases de Perona, Mihawk pudo notar tres cosas importantes.

Primero, a su hija no hija adoptiva se le daba bien atraer la atención, no siempre deseada pero a fin de cuentas era imposible no darse cuenta de su presencia.

Segundo, sin saberlo Perona había entrado a la escuela de la que Law formaba parte. Afortunadamente le asignaron su misma aula por lo que no tuvo problemas en hacer amigos, aun así se le hizo algo extraño que Doflamingo dejara a su querido sobrino (nunca lo admitiría en voz alta), en manos de Judge y otros conocidos.

Tercero, Zoro resultó ser bastante apegado a su hermana, no lo demostraba, nunca lloraba, no gritaba ni hacia berrinche. Siempre fue silencioso, y de no ser por los pequeños detalles probablemente ni él se hubiera dado cuenta del pequeño cambio que el menor tuvo. Pero era considerada una persona muy observadora como para no terminar dándose cuenta.

- Disculpe señor podría alcanzarme la pasta que está por allá. -Mihawk levantó la mirada, deteniendo momentáneamente su análisis mental de los acontecimientos recientes.

Frente a él, una mujer de cabello rubio y ojos amables le sonreía mientras señalaba la estantería más alta del pasillo del supermercado. Él asintió, alcanzando con facilidad el paquete de pasta y entregándoselo.

-Gracias, muy amable. -dijo ella, acomodando el paquete en su carrito.

-No es nada. -respondió Mihawk, volviendo a centrarse en su tarea original: reabastecer la despensa.

Cuando llegó a la caja para pagar, Mihawk escuchó algunos gritos provenientes de la zona de comida, inmediatamente giró la cabeza hacia la fuente del alboroto. Vio el característico cabello de Zoro en medio de una multitud de niños, los cuales parecían estar discutiendo sobre alguna trivialidad, pero el menor parecía estar concentrado cubriendo a alguien. Con un suspiro resignado, dejó el carrito de la compra y se dirigió hacia el tumulto.

-¿Qué está pasando aquí? -preguntó Mihawk con su voz profunda y autoritaria, lo cual hizo que los niños se callaran al instante.

Zoro, con su diminuto ceño fruncido, apenas levantó la vista cuando Mihawk llegó al lugar. En medio de sus brazos se asomaba una cabellera rubia.

-¡Él se metió! -dijo uno de los niños señalando a Zoro, quien ni siquiera parpadeó.

Mihawk, sin perder la compostura, miró al rubio y luego a Zoro. No necesitaba más detalles para entender la situación. Zoro, incluso siendo un bebé, ya mostraba signos de su futuro espíritu protector.

-Es hora de irnos. -dijo Mihawk en un tono que no dejaba lugar a objeciones.

Intentó tomar a Zoro en un brazo y al niño rubio en el otro, pero pronto se dio cuenta de que Zoro estaba tan aferrado al pequeño rubio que parecía una enredadera de hojas verdes.

¡Esto no es un hotel!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora