Nuestros momentos

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Aclaración: Este capitulo contara con mini historias desde la perspectiva de distintos personajes haciendo varios saltos de tiempo.

Vaya que a veces el tiempo si que pasaba rápido, Zoro oficialmente tenía la edad suficiente para pasar a la guardería, Perona se estaba alistando para su segundo a;o, finalmente podría tener algo de paz sin tener a agentes externos husmeando entre sus asuntos.

Nunca admitiría en voz alta que le debía algo a Crocodile después de haber conseguido que el gobierno dejará de fastidiarlo y la adopción legal de sus hijos, así es, sus hijos, sospechaba que Corazon y Bellmere tenían algo que ver dentro de todo eso, pero al parecer el corazón de la mujer se había ablandado luego de adoptar a un par de hermanas, lo recordaba por que la menor tenia casi la edad de Zoro.

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One

Dracule Mihawk nunca considero la idea de formar una familia, al menos una no tan grande como la que tenía ahora, así como tampoco considero la idea de tener que estar varado media hora en clases de ballet mientras fingía que no notaba todas las miradas que le lanzaban las madres.

Joder, hasta podía sentir que le quitaban la camisa con los ojos.

No era la primera vez que se encontraba en esta situación, y aunque lo incomodaba, no dejaba que se notara en su rostro. Después de todo, había enfrentado a algunos de los espadachines más fuertes del mundo a lo largo de su carrera; un grupo de madres no iba a intimidarlo.

Retiraba lo dicho. Apenas Perona terminó con su clase, Mihawk prácticamente escapó del lugar antes de que una de las madres, a quien había notado con un anillo en la mano, enviara a su hija para iniciar otra conversación. No tenía tiempo ni paciencia para eso.

Perona salió corriendo del salón, su tutú rosa rebotando con cada paso, y se lanzó hacia él con una sonrisa radiante. -¡Papi! ¿Viste cómo giré? -preguntó, sus ojos brillando con expectación.

Mihawk la levantó en brazos, algo que hacía más por costumbre que por voluntad propia, y asintió con una sonrisa casi imperceptible. -Lo hiciste muy bien, Perona.

Dracule Mihawk nunca considero la idea de formar una familia, al menos una no tan grande como la que tenia ahora, pero tampoco se arrepentía si es que podía ser totalmente sincero.

Mientras caminaban hacia la salida del estudio de ballet, Perona seguía parloteando emocionada sobre cada pirueta y paso de baile que había aprendido ese día. Mihawk asentía de vez en cuando.

Jamás se habría imaginado, años atrás, que terminaría atrapado en conversaciones sobre tutús y zapatillas de ballet. No era exactamente el tipo de vida que uno asocia con el título de "El Mejor Espadachín del Mundo".

Pero aquí estaba.

Justo cuando pensó que el día podría acabar sin más contratiempos, llegaron a casa y Zoro, que había estado bastante callado durante todo el tiempo, decidió que era momento de hacer de las suyas.

El pequeño, que ya había demostrado tener una afinidad por las espadas -aunque Mihawk no estaba seguro si estaba más orgulloso o asustado por eso-, se subió a una silla cercana y, con un gesto dramático, levantó un rollo de papel que había encontrado quién sabe dónde, blandiéndolo como si fuera una espada.

-¡Yo soy el gran espadachín Roronoa Zoro! -gritó a todo pulmón, balanceando el papel con una intensidad que solo un niño de su edad podía tener.

Perona, sin perder el ritmo, dio una vuelta teatral y respondió con tono altivo: -¡Soy la princesa del castillo embrujado y tú no me asustas, espadachín! ¡Tengo poderes fantasmales!

¡Esto no es un hotel!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora