Intro

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"Es el atleta del año, un orgullo para Japón y uno de los hombres mas envidados y codiciados. Dracule Mihawk, conocido como "Ojos de Halcón", regresa a Japón tras una exitosa competencia en Europa. Con cuatro medallas de oro y el trofeo de victoria en sus brazos, es aclamado como el atleta del año, un orgullo nacional y uno de los hombres más envidiados y codiciados. Los medios de comunicación ansían una entrevista con él, ansiosos por conocer las claves de su talento excepcional. ¡Esperamos poder tener un especial pronto!"

El cansancio se apoderaba de él tras una ardua jornada en el dojo, finalmente apago la radio del automóvil, no era sorpresa para nadie que estuviera en boca de todos. No era una carga, sino un placer, ser profesor de kendo y, a la vez, tener el título del mejor espadachín del mundo. Su fama era tal que su  vivienda no sorprendía a nadie: tres habitaciones, un patio amplio, un pequeño espacio que oficiaba de depósito y gimnasio, y algunas comodidades más. Un leve ceño se formaba en su rostro cada vez que recordaba el por qué de las tres habitaciones; prefería  dejar eso en el pasado. Tal vez convertiría una de ellas en su zona de tejido, tal como le había sugerido Doflamingo en una noche de tragos.

Mihawk era un hombre complicadamente sencillo a su manera. Un guerrero formidable en la arena de combate, un hombre sencillo en la intimidad de su hogar. Aveces solo quería llegar a casa y tomar una copa de vino mientras veía alguna película ochentera.

Un suspiro escapó de sus labios mientras apoyaba la cabeza en el volante. El sonido de la bocina lo sacó de sus pensamientos y lo impulsó a salir del auto. Descargó su equipo del maletero y se dirigió a revisar el correo. Felicitaciones, invitaciones a eventos, cartas de matrimonio, solicitudes de entrevistas... nada fuera de lo común.

De pronto, una caja de gran tamaño llamó su atención en el umbral de la puerta. No recordaba haber realizado ninguna compra online. No le tomo mucha importancia, no era la primera vez que recibía regalos extraños, y en la mayoría de los casos, los devolvía si tenían remitente. Sin embargo, al acercarse notó la ausencia de cualquier nota o carta. A punto de abrir la puerta, un sollozo lo sobresaltó. Miró hacia la calle, pero no vio a nadie. Volvió la vista hacia la caja y, decidido, usó sus llaves como improvisado cortador para abrirla.

Lo que encontró dentro se alejaba mucho de ser un regalo extraño o una carta de un admirador secreto. Ni se molesto en mostrar la sorpresa que sentía en ese momento, sus ojos se abrieron de par en par al observar a los dos pequeños que estaban dentro: una niña con un bebé en sus brazos. Rápidamente volvió a levantar la vista para confirmar sus sospechas: no había ni una sola alma en las calles, claro a excepción del perro de su vecina molestando al de su vecino. La pequeña lo observaba con ojos grandes, su extraño cabello rosa llamaba su atención. ¿No era demasiado joven para tenerlo pintado?

Antes de que pudiera articular una palabra, la niña se le adelantó dándole una carta, o más bien un papel doblado por la mitad.

"Ella te manda esto", dijo la pelirrosa. Él solo asintió y tomó la carta en sus manos.

Al abrirla, solo encontró una frase escrita con letra temblorosa:

"Son todo tuyos."

Las palabras resonaban en su mente, una mezcla de confusión y sorpresa inundando su ser. ¿Qué significaba esto? Intuía que una mujer le había enviado aquel extraño presente, por la forma en que la niña se había dirigido a él. Pero, ¿por qué lo había hecho?

Observó con más detenimiento al bebé que la niña sostenía entre sus brazos. Su peculiar cabello verde le intrigaba, empezando a pensar que no era un tinte, sino más bien una extraña genética. El llanto del menor no cesaba, y por un acto reflejo, levantó la caja sin dificultad, llevándola dentro de la casa con niños y todo.

Podía ser frío, controlador y serio, pero no era un monstruo. Nunca abandonaría a un par de niños a su suerte. Por supuesto que no. Los tendría allí hasta averiguar qué estaba pasando.

"Disculpe señor, ¿usted es nuestro padre? Ella dijo que nos llevaría con él..." La voz de la niña lo sacó de sus pensamientos, regresándolo a la realidad. Se percató de que el pequeño continuaba sollozando mientras su hermana lo mecía tratando de calmarlo.

"No, no, esto debe ser un error, yo..." Sí, tenía que ser un error. Pero entonces, ¿por qué el pequeño dejó de llorar cuando estuvo en sus brazos? ¿Era normal que ese niño se le hiciera tan tierno?

Luego se encargaría de usar su red de contactos para buscar a los padres de los pequeños. Pero según su sentido común, lo primero era asegurar su bienestar.

Esa noche, en la quietud de su hogar, se encontró con dos inesperados huéspedes. Dos pequeños seres que desafiaban su lógica y despertaban una ternura que no había conocido antes. Para cuando se dio cuenta tenia a ambos niños durmiendo cómodamente en su cama mientras el sostenía al menor en su pecho la niña usaba su mano libre como almohada.

El no lo sabia, pero su vida estaba por dar una vuelta de 360º, con dos nuevos inquilinos colándose en su vida. 

¡Esto no es un hotel!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora