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Con la llave que le dió Yon, Minho entró al departamento y colocó el desayuno en la mesa. Esperaba que Chan fuera capaz de estar de pie por si mismo, o el pobre estaría sin comer hasta que Minho regresara del trabajo. 

Una ensalada de frutas y un licuado eran lo que Minho había preparado para Chan. Adicional a eso, le dejó una nota con su número de teléfono y una bolsita de té, por cualquier cosa.

Ya en el trabajo se encargó de abrir la cafetería y de empezar a acomodar el mobiliario. Limpió las mesas, cargó la cafetera y despachó a los primeros clientes. Sus compañeras le habían enseñado algunas cosas básicas sobre las bebidas y los alimentos, pero su función principal era la administración, así que cuando llegó un cliente pidiéndole un taro caliente, se lo tuvo que pedir a su compañera. 

Revisaba su teléfono de vez en cuando, por si Chan necesitaba algo, aunque no estaba seguro de que este se haya levantado de la cama. 

Al mediodía, cuando tenía su descanso, decidió ir al departamento a comprobar que todo estuviera bien. Al abrir la puerta se encontró con Chris, vistiendo una bata grisácea, comiendo la ensalada.

—Perdón, debí tocar—se disculpó apenado. Las orejas se le pusieron rosadas.

—No te preocupes—Chan le restó importancia y siguió comiendo. Tenía la nariz roja y los ojos parecían cansados. Pero no se veía tan mal.

—¿Te sientes bien? 

—Mejor que ayer, eso seguro—respondió, con un intento de sonrisa—Gracias por la ensalada, me gustan mucho las frutas.

—Oh, no es nada—Trató de actuar modesto, pero la sonrisa de satisfacción lo traicionó.—El té también es bastante rico y te hará bien. 

—Gracias, Minho.

—Repito, no es nada. Vendré después.

Tras asegurarse de que estuviera todo en orden y una breve despedida, un poco incómoda, salió del departamento y volvió al trabajo.

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Chan estaba viendo un reality show demasiado exagerado para su gusto, así que apagó la televisión y se quedó sentado un rato. Después se levantó y caminó hasta uno de sus cajones donde guardaba sus mezcladores. A Chan le gusta hacer música. Tal vez de una manera muy sencilla, pequeños ritmos, melodías, incluso letras, si se sentía inspirado. Su papá se había opuesto a que estudiara algo relacionado a eso, así que con el tiempo dejó de hacerlo, pero ahora sentía que hacer un poco de música le vendría bien.

No era algo a lo que le daba mucha relevancia, pero se consideraba bueno. Llegó a mostrarle unas melodías a Yon cuando recién empezaban a salir, pero a ella nunca le había interesado mucho el mundo de la música. Sin embargo, ahora que estaba solo en su departamento y que sentía que crear ritmos lo haría sentir mejor, se puso manos a la obra.

Mientras se perdía en ritmos, melodías y borradores líricos, de repente vió como Minho aparecía frente a él con una mirada llena de curiosidad y asombro.

—¿Eres cantante?

—No, para nada—se puso nervioso al pensar en que Minho lo hubiese estado observando quien sabe cuánto tiempo.

—Pero haces música. ¿Productor?

—No, no hago música. O sea, si intento hacer música, pero no es la gran cosa.

—¿Puedo escuchar algo?

—¿Qué hora es?—evadió el tema de manera obvia, esperando que Minho entendiera y se olvidara de eso.

—Ah, perdón. No pretendía incomodarte. Solo te dejaré la comida y me iré—dijo, sonrojado por la vergüenza. Se encaminó a la cocina y prendió la estufa. Empezó a sacar las cosas que había traído en su bolsa, y diez minutos después ya estaba emplatando la comida. 

Chan se acercó a la pequeña isla que había y se sentó en una de las sillas.

—Discúlpame, es solo que es un tema un poco delicado. Mi papá no me apoya con eso y a Yon le interesa muy poco. Puedo enseñarte algo, después, si tienes ganas.

—¡Claro!, y perdón por la intromisión. No suelo ser tan indiscreto. 

Al ver como Minho terminaba de servir los platos, se animó a preguntarle si quería comer con él. 

—¿No quieres... quedarte a comer? Es un poco deprimente comer solo mientras estas enfermo.

—Si, seguro—un poco sorprendido por la invitación, Minho empezo a servirse en otro plato—Y... ¿Cómo estas? Aparte de enfermo.

Chan se rió. Minho notó los hoyuelos que se formaron en su rostro y también sonrió. Eran bonitos.

—He tenido mejores días, si te soy honesto.

—Ou. ¿Algo de lo que quieras hablar?

—Pues...—¿De qué le podía hablar a Minho? ¿Del deseo de sus padres por que contrajera matrimonio? ¿De que todo sobre él le daba una curiosidad gigantesca? ¿De que su relación con Yon ya no era la misma? Optó por hablarle del trabajo—Me conociste en un bar, he trabajado ahí un tiempo, y puedo asegurarte que no es el tipo de trabajo que me hubiese gustado tener. Es divertido de vez en cuando, pero no lo disfruto. Me gustaría dedicarme a otra cosa.

—¿A la música?

—No sería nada fácil, pero al menos eso si me gustaría. 

—¿Puedo preguntar por que no trabajas en eso?

—Mi papá. Se opone siempre que intento hacerlo. He ido a algunas cuantas disqueras, compañías, incluso pequeñas, pero siempre termina interfiriendo. 

—Por eso me mudé. Bueno, no exactamente por eso, pero me mudé para empezar a vivir mi propia vida, independiente de mis padres—Minho empezó a contar—No es que ellos no me apoyaran, pero les estaba costando dejar ir a su único hijo. Mudarme fue liberador. Pude empezar mis logros por cuenta propia. Y creo que tu padre no ha escuchado tu música (omitamos que yo tampoco), porque de lo contrario debería estar fascinado. Si hace falta, pondré mi propia mini compañía y trabajaras ahí. Te pagaré bien, pero tendrás que dejarme escuchar toda tu música.

 —Se te arruinaran los oídos—quiso bromear, pero de igual forma sonó personal.

—Creo que te refieres a que quedaré tan maravillado que no volveré a escuchar ningún otra música igual.

—Gracias, Minho.

—Puedo buscar compañías o lugares donde busquen productores. O tal vez empezare a construir la mía. 

—Sería un honor trabajar ahí.

Ambos con sonrisas en la cara, se quedaron en silencio terminando el resto de su comida. 

Touch Me.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora