『𝗗𝗮𝗲𝗺𝗼𝗻 𝗧𝗮𝗿𝗴𝗮𝗿𝘆𝗲𝗻 』ᵒᶰᵉ ˢʰᵒᵗˢ ⁺¹⁸

13-𝑩𝒆𝒔𝒕𝒊𝒂𝒓𝒚

Resumen:Tu marido y tú no hablan el mismo idioma. Durante su noche de bodas, descubren que el Alto Valyrio y la Lengua Común palidecen cuando se comparan con la forma en que vuestros cuerpos os permiten comunicaros.

 Advertencias: Pesado smut, no mucho diálogo. P en V sexo. Primera vez.

 autor original:https://www.tumblr.com/arabellasleopardcoat/738530409480077312/bestiary-daemon-targaryen-x-reader

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Que te enseñen los votos matrimoniales no es un buen augurio para tu matrimonio. Al menos, eso es lo que debe pensar tu marido, por la expresión atronadora de su cara. Te resistes a gritarle que has practicado para este momento y que no necesitas que te enseñe los votos. Sería inútil. Los dos no se entienden.

Todo les resulta extraño en Poniente, desde el idioma hasta la ceremonia nupcial. Te hacen cortarte los labios y la mano, en un procedimiento que no disfrutas. Tu marido hace lo mismo. Tu sangre fluye hacia una copa, de la que tendrás que beber más tarde. 

Es una barbaridad. Supones que debe simbolizar la unión de linajes de la forma más cruda.

Al menos Daemon te besa al final, un frío roce de sus labios contra los tuyos que te dice que aún está loco. Probablemente se sintió traicionado, al verse forzado a este acuerdo en el que tú entraste voluntariamente. 

Si hubieras sabido que era tan mezquino, no habrías mostrado tu mano tan rápido. Tu padre quería dragones, lo que significaba formar parte de la Casa Targaryen. Daemon era el único disponible para que lo atraparas en tu red.

Como cualquier buen cazador, habías observado a tu presa primero, tomando notas de su comportamiento. Sólo necesitó una tarde para comprender que comenzaba la carrera con desventaja. Sus ojos siguieron a la princesa Rhaenyra, a la princesa Rhaenys y a su pequeña hija, pero nunca se detuvieron en otras mujeres.

Aunque te faltara el pelo plateado, no te faltaban el ingenio y los encantos necesarios para ser tenida en cuenta.

Habías necesitado unos días para preparar tu canción, pero te habías acercado a él ni siquiera una semana después. Estaba sentado en la biblioteca, así que golpeaste la mesa dos veces para llamar su atención. 

Daemon había levantado los ojos del pergamino que leía, molesto. Tenía un rostro apuesto, decorado con líneas de edad que sólo servían para darle un aspecto más regio. Parecía más el rey que su hermano, un cadáver en descomposición que, según habías oído, también había adquirido a su propia novia núbil.

Tal era el destino de las hijas de los hombres poderosos. Vendidas a otros hombres poderosos, lo bastante mayores como para ser sus padres, dándoles a luz su propia camada de hijos e hijas. Hijos que crecerían y se convertirían en hombres poderosos por derecho propio, hijas que se convertirían en peones para establecer dinastías. Y así sucesivamente. 

Daemon había hablado entonces. Sus palabras eran mucho más ásperas que las de la lengua a la que estabas acostumbrado, carentes del aireado canto de las lenguas similares a la de los Rhoynar. No lo habías entendido. No hablabas ni una pizca de la lengua común. 

Sin cabellos plateados, sin palabras, pero con muchos recursos. Habías colocado el libro que habías traído sobre la mesa y le habías mirado. 

Sus ojos se iluminaron de curiosidad. Reconoció el título. Volvió a hablar, intrigado. 

A pesar de que su tono sonaba mucho más auspicioso, no tuviste más remedio que sacudir la cabeza y hablar, con voz temblorosa. 

"Bodmagho". Es la única palabra que conoces, una que has preparado especialmente para esto. Pero por si acaso tu pronunciación no es perfecta, abres el libro e imitas el gesto de pasar las páginas.