龙 : 04

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( el kipá de Jungkook )

Jimin se había bañado, apretando los dientes ante el agua fría y refrescando su rostro hinchado del llanto que lo había estado torturando la noche anterior durante unas cuantas horas.

Él no solía llorar, le parecía una forma ridícula de dejar salir las emociones, pero últimamente se sentía débil y lleno. Como si su interior fuera una enorme represa de madera que lentamente comenzaba a llegar al límite y las tablas crujían, amenazando con empezar a dejar todo salir.

Quizás era por el accidente en el bosque, o las insinuaciones de Yoongi, o su padre exigiéndole ser más masculino.

Quizás todo arrasaba con él y lo dejaba confundido e indefenso, sintiendo que lo único que podía hacer era encerrarse en su dolor y llorar hasta que el rostro le doliera más que el corazón.

A pesar de su actitud grosera, tosca y violenta, él era débil y sensible.

Jimin se lavó la cara hasta que sintió que no se veía tan inflamado, se vistió con una camisa de vestir blanca y pantalones de mezclilla, mocasines recién lustrados y pasó diez minutos decidiendo si usaría o no el saco, lo cual terminó siendo un rotundo sí por el frío que se hacía presenta a estas horas de la mañana.

Se peinó el cabello con esmero y se puso el perfume que le había regalado su abuela hace dos navidades, ese que solo usaba en ocasiones importantes. Incluso se puso un par de anillos que había recibido por algún cumpleaños.

Hoy era importante porque quería calmar el torbellino entre sus padres, tratando de no formar un conflicto. Odiaba ir a la iglesia, pero odiaba aún más ver a sus padres peleados, descargando su furia en él y su hermano.

—¡Jimin! ¡Estamos todos en la entrada! —lo llamó su madre desde afuera, resonando sus tacones en el suelo de madera mientras caminaba.

—¡Ya voy, mamá! ¡Dame un minuto! —gritó de vuelta, mirándose una última vez y saliendo a encontrarse con su familia.

—¿No podías al menos peinarte? —le recriminó ella, mirando el cabello de Jimin, algo despeinado porque había corrido desde el cuarto apenas escuchó la llave girar. Ella parecía furiosa.

Él no se molestó en contestar, saliendo del departamento con su familia y comenzando su camino a la iglesia local, una pequeña capilla donde solo iban las personas del vecindario y eso lo hacía —según la señora Park— acogedor y reconfortante.

El camino no era largo y las conversaciones mucho menos. Ninguno abrió la boca para decir nada, tan solo se centraron en llegar a su destino y luego adentrarse al templo, persignándose uno por uno al entrar, a petición de la señora Park.

Jimin pensaba que la iglesia era aburrida y las misas eran exageradamente extensas. La mayoría de las veces, se salía a la mitad de la eucaristía o simplemente decía que iría al baño unos minutos mientras el padre leía y luego no regresaba.

Su madre había peleado lo suficiente con él por ello, así que ya simplemente lo dejaba pasar, dándole una mala mirada o manteniendo una actitud distante con él. Si las palabras no servían, quizás las acciones lo harían.

Cuando estuvieron sentados y el párroco comenzó su discurso, leyendo versículos y dando sermones, por lo que él hizo oídos sordos y simplemente buscó con qué distraerse, quizás contando las líneas del suelo o mirando a las personas en la iglesia, para ver si estaba alguien conocido.

Taehyung estaba allí, en primera fila, lejos. Él siempre estaba en primera fila porque su padre adoraba ir a la iglesia, incluso entre semana. Ellos seguro debían venir los siete días sin falta.

Dragon Empire | myg + pjmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora