龙 : 08

3.7K 281 175
                                    

( Use Your Illusion I )

—¿Al gimnasio hoy sábado también? —el señor Park levantó su mirada del periódico, su ceño estaba fruncido y veía a su hijo por encima de sus lentes de sol.

—Sí, para entrenar con mis compañeros.

—Las mujeres de la iglesia prepararon estofado y prepararon pasteles para celebrar hoy. Tu madre lleva toda la mañana preparando galletas para eso.

—Lo sé, pero es importante que entrene porque habrá competencias importantes en diciembre y...

—De igual forma vas a perder —le cortó su padre, mirando su periódico una vez más. Jimin se sintió incómodo y sus orejas se calentaron.

—Debo entrenar para evitar eso. Sé que esta fiesta es importante para mamá, pero de todas formas a ella no le gusta que sus amigas recuerden que yo existo.

—Eso no es cierto. —Nuevamente, su padre lo miró y dejó su periódico a un lado.

—Ella prefiere que yo no vaya, así no la avergonzaré o algo así.

—Ayudaría un poco que pusieras de tu parte, Jimin. Ni siquiera te molestas en escuchar una Liturgia completa.

—Si me dejan salir por esta vez, mañana escucharé toda la misa. Lo prometo —insistió, como último recurso.

—Completa, y te confesarás.

—Está bien —cedió Jimin, con una sonrisa genuina. Su padre volvió a su periódico y al instante la señora Park salió de la cocina, mirando a los dos hombres.

—¿No vendrás a la fiesta en la iglesia? ¿Solo para ir a que te golpean esos ineptos? —Ella tenía su ceño fruncido y su cabello estaba envuelto en rollos de color rojo. Se había esforzado por verse bien hoy.

—Iré mañana a la iglesia, mamá. Solo será esta vez.

—¿Sabes qué? Tienes razón, mejor no vayas. Solo importa lo que tú prefieres —ella se quitó su delantal y lo dejó en el sofá, caminando hacia su habitación—. Mejor así, de todas formas solo vas a avergonzarme y humillar a esta familia.

Y la señora Park cerró con fuerza su puerta, haciendo a los cuadros de la pared temblar y a Jihyun salir de su habitación preocupado.

Sabía que ocurriría eso cuando pidiera faltar a la fiesta de los fieles. Su madre no lo quería allí, pero se enojaría cuando demostrara que él tampoco deseaba estar ahí.

Jimin a veces se sentía abrumado y confundido por la forma en la que ella lo odiaba.

No era un odio superficial, de ese que te hace enojar cuando esa persona hace algo terrible y duele. Era un odio sin razón, como cuando te disgusta tu imagen y sientes ganas de romper los espejos cada vez que ves en ellos tu reflejo.

Jimin era el espejo.

Jimin también fue un perro en la puerta de su habitación, llorando para que ella lo escuchara y le diera cobijo, pero ella solo le gritaba porque odiaba oírlo ladrar.

Lo odiaba como si él hubiese salido de ella en forma de un horrible parásito sin extremidades que la aterrorizaba porque no creía que algo tan monstruoso podría parecerse tanto a ella.

Porque en el fondo, eran igual de destructivos y violentos.

Dentro de ellos había la misma guerra, incendiándose con la misma intensidad, y cuando se tocaban explotaba.

Se odiaban porque se parecían, y más que odiarse entre ellos, se odiaban a sí mismos.

El muchacho respiró profundo y tuvo que continuar su mañana como si aquello no hubiese ocurrido: se aseó, buscó entre la ropa lavada su camisa de Raphael, organizó su habitación y, cuando ya su familia se había ido, se sentó a comer algo de las sobras de lasaña del día anterior.

Dragon Empire | myg + pjmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora