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―ME SIENTO MAL

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ME SIENTO MAL.―Sabrina se encontraba haciéndole caricias en el pelo a su hija, no había podido dormir en toda la noche gracias a la noticia de Felipe.

―Ya lo se amor.―Miraba con pena a Alba.―Pero ya va a pasar, ¿Si?.

―Es que no entiendo.―Ya le dolían los ojos de llorar.―Yo no estaba enamorada de el, ¿Por que me duele tanto?.

―No es necesario estar enamorado de alguien para amarlo chini.―Miro su reloj.―Ya estoy llegando tarde al trabajo.―Se levantó de la cama y acomodó su ambo.

―¿Tenes que ir? No quiero estar sola ma.

Sabrina le dio una media sonrisa.―No puedo hoy, pero cuando llego te cocino ñoquis y compro helado ¿Queres?.―Alba asintió.―Perdóname hijita, cualquier cosa decile a Fede o a Nico que vengan, no están muy lejos.―Le dejo un pequeño beso en su frente y se fue de la pieza.

La pelirroja se quedó tirada en la cama, no quería levantarse, solo quería llorar mientras que de fondo se reproducía Red. Se acordó que el dueño de ese regalo había sido Matias, eso logró que se pusiera peor.

Su amigo era un pelotudo infiel, le daba bronca todo lo que hizo. Tenía ganas de ir y reprocharle en cara todas las cagadas que se mando, pero no podía.

―Que hijo boludo que te toco Susy.―Murmuró para si misma y se dio vuelta para intentar dormir un poco.

Pasaron unas horas y Alba se despertó gracias a los fuertes golpes que se escuchaban de abajo. Intento ignorarlos pero no cesaban.

Fue a abrir así como se levantó, le chupaba un huevo tener una remera de My little pony toda manchada, que sus ojos estén hinchado y su cara manchada con rímel.

Abrió la puerta encontrándose con Matias, el cual se encontraba a un más sorprendido que ella.―Uy.―La miro de arriba abajo.―Que pintas.

―¿Que pasa ahora?.―Soltó un suspiro, ignorando el comentario anterior.

―¿Estas bien?.

―Ojalá.―Hizo un puchero y le empezó a temblar el labio inferior.―Terminamos con Feli.―Matias intentó disimular su sonrisa pero le salió como el orto.―Si dale, reite forro.―Hablo sarcásticamente a punto de cerrar la puerta, no estaba de humor para lidiar con boludos.

―Perdón perdón.―Apoyo su mano en la puerta y se sacó la mochila.―¿Queres que te haga compañía?.―Busco algo.―Traje pitusas para que comamos.

―¿Aunque te diga que no te vas a quedar igual, no?.―El miro para otro lado.―Por algo compraste las galletitas.

―No seas gila y déjame pasar, dale.―Le sonrió inocentemente.

La pelirroja rodó los ojos y abrió mas la puerta, el sonrió victorioso y se fue corriendo a la pieza de su amiga.

―Con confianza eh.―La chica cerro la puerta con llave, intento disimular la sonrisa que se le comenzaba a formar en la cara.













𝐓𝐔𝐒 𝐎𝐉𝐎𝐒; 𝗺𝗮𝘁𝗶𝗮𝘀 𝗿𝗲𝗰𝗮𝗹𝘁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora