Uno

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"La Ofrenda, Megumi Fushiguro"


Un niño ha de ser la ofrenda.

Para que el pueblo sobreviva, un niño ha de ser la ofrenda.

Un gran señor ha de tomarlo como consorte.

Para seguir velando por el pueblo, un gran señor debe desposar a la ofrenda.

A sus escasos años de vida, Megumi Fushiguro ha de ser ofrecido.

A sus largos años de vida, Sukuna Ryomen ha de desposarlo.

Un pueblo, por allá debajo de la montaña, ha de dar ofrendas invierno con invierno a su gran señor, para no desatar su furia.

Un pueblo, por allá debajo de la montaña, ha de sacrificar a Megumi Fushiguro.

Un niño ha de ser la ofrenda.

Y un niño ha de ser esposado.

Una vieja mansión, por allá en la falda de la montaña, por allá donde el bosque es frondoso, ha de ser habitada por el gran señor que protege su pueblo.

Una vieja mansión, por allá en la falda de la montaña, por allá donde el bosque es frondoso, ha de resguardar al gran señor que se encuentra aburrido.

Un gran señor ha de salvaguardar el pueblo.

Y un gran señor ha de esposar a la ofrenda.

Megumi Fushiguro fue vestido con las ropas más elegantes, con las telas más finas y los colores más brillantes.

Era la siguiente ofrenda que el pueblo iba a entregar a su gran señor en el festival de invierno, para que su gran señor escuchase sus plegarias y una vez más les protegiera del desolado invierno que azotaba cruelmente.

Los pueblerinos intentaban ofrecer cuanto pudiesen a su gran señor año con año, pero al notar el fastidio en su tenebroso rostro, decidieron intentar con otro tipo de ofrenda.

Después de todo, el tiempo había llegado.

Y entonces escogieron a Megumi Fushiguro, que en apariencias era un niño huérfano.

Con su madre muerta y un padre que andaba fuera todo el tiempo, era prácticamente un niño huérfano.

Quien mejor que él.

El clan Zen'in lo acogió y lo preparó, con tal de obtener la gracia de su gran señor por haber otorgado tal ofrenda. Después de todo, el menor tenía la sangre de estos en sus venas gracias a su despreciable padre.

Durante la preparación, el pequeño Megumi no mostró miedo o rechazo a lo que estaba a punto de suceder. Era un niño inexpresivo que prefería guardar sus sentimientos.

Era por el bien del pueblo.

Megumi fue escoltado por el clan hasta el centro del pueblo, donde recibirían a su gran señor para entregarle la ofrenda y así, poder sobrevivir un invierno más.

Fuera de donde el pequeño era resguardado, yacía un ameno festival. Danzantes, cantantes, comida y más, era lo que había.

Por una rendija de su cubículo, Megumi pudo presenciar a las familias divertirse.

No sintió nada.

El pueblo festejaba por su sacrificio.

Apretó sus pequeños puños y se mantuvo erguido. Todo iba a estar bien.

Lo peor que podía pasar era su muerte.

Aunque no tuviera nada, no quería morir, no aún. Pero era un niño y no tenía poder.

El Gran Señor y la Ofrenda | SukuFushiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora