El Gran Señor y la Ofrenda | SukuFushi

SIETE

"Los señores de Ryoh, Sukuna y Megumi"

Parte Uno

Un Joven Señor ha de ser inocente.

Un Gran Señor ha de ser posesivo.

Cuando Megumi sintió la presencia del ave mensajera en las tierras de la mansión, salió inmediatamente de su habitación por el pasillo exterior hacia la parte frontal. Con prisas, llegó a tiempo para recibir al cuervo sobre su antebrazo, que cargaba con la carta de su hermana.

Desde ese día en que volvió a bajar a Ryoh, Megumi cumplió su promesa para con Tsumiki: comenzó a visitarla un poco más seguido.

Lo normal sería que el Gran Señor, Sukuna Ryomen, se hubiese negado a dejarle bajar tantas veces al pueblo, siendo que ahora Megumi era alguien importante y no un simple plebeyo. Pero, para la sorpresa de su Joven Señor y su sirviente, accedió casi al instante —esto trajo una pequeña meditación al respecto.

Megumi no se preguntó tan evidentemente sobre la razón para que su señor le diera un sí sin haberse negado varias veces en primera instancia, aunque en el fondo sentía que era probablemente por remordimiento.

Remordimiento por haber dicho tales cosas sobre el aperitivo que probó.

Y el menor no se creía alguien rencoroso, pero aquella actitud de su señor le decepcionó demasiado, pues hasta entonces, había demostrado tener cierto tacto con él.

No obstante, era posible que esto le hiciera ver que su señor no era tan bondadoso como él creía. Aunque no dudaba del aprecio que le tenía.

Naturalmente, la distancia creció.

Las cosas eran complicadas y Megumi no quería pensar en cosas que a su corta edad aun no entendía.

Pero entre lo complicado hubo cosas buenas, y aquello era poder ver a Tsumiki una vez a la semana, cuanto mucho. Por supuesto, Megumi siempre iba acompañado de Uraume, ya que Sukuna siempre se negaba cuando Megumi le ofrecía acompañarlo.

Y es que el Gran Señor prefería ser un ermitaño.

Tal fue la alegría de Megumi cuando Tsumiki le dijo que había estado aprendiendo a leer y a escribir para poder mantenerse comunicados más seguido. Fue así como comenzaron a intercambiar cartas cuando no se veían.

El Joven Señor mostró una pequeña sonrisa hacia el cuervo que miraba a su alrededor y luego caminó hacia la habitación de descanso, donde colocó al cuervo sobre una estructura alta para que éste descansase y así poder desatar la carta con comodidad.

Tomó la carta doblada y enrollada entre sus manos y la desveló para poder leerla tranquilamente mientras se sentaba sobre el gran cojín en el tatami.

"Año 804 D. N. Décimo Sol del Décimo Mes.

Para Megumi.

Espero que estés bien. Yo también me encuentro bien. En la última carta te dije que esta semana te esperaba con ansias, pero me temo que no podré recibirte ya que estos días han sido muy ajetreados en la frutería, pues el festival de las calabazas será en tan solo unos días y estamos muy cortos de tiempo.

De verdad lamento no poder recibirte en casa como siempre, pero espero poder verte en el festival, aunque sea un momento.

Sé que nosotros habíamos frecuentado más el festival de verano, pero el festival de otoño de este año promete ser divertido, así que ven, será en el decimotercer sol del mes.