Capitulo 1: El pacto en la oscuridad

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Era un día como tantos otros para aquel individuo que, poco a poco, comenzaba a resentir su propia existencia por la falta de valentía para enfrentarse a quienes lo rodeaban. La sombra de la pérdida de sus padres, ocurrida cuando apenas era un niño, seguía proyectándose sobre su vida. Desde entonces, se vio obligado a vivir con parientes distantes que, más que ofrecerle apoyo, lo veían como una carga económica adicional en sus vidas.

En la rutina escolar, se convertía en el blanco constante del acoso: sus compañeros, ávidos de diversión cruel, no dejaban pasar la oportunidad de golpearlo física y emocionalmente. Incluso las compañeras de clase, lejos de ofrecerle consuelo, contribuían al tormento, utilizando tácticas de extorsión y manipulación psicológica para su entretenimiento.

Cada día se convertía en una prueba de resistencia en su lucha diaria contra la miseria que lo envolvía, pero aferraba la esperanza de que algún día las circunstancias cambiarían. Soñaba con el momento en que finalmente terminara la escuela y encontrara un trabajo que le permitiera dejar atrás aquel tormento constante.

«Debo aguantar un poco más», pensaba y repetía una y otra vez para mantener la poca cordura que le quedaba.

En medio de esa desolación cotidiana, un rayo de luz pareció abrirse paso en su vida. Un sobre rosa y perfumado, fuera de lugar en su entorno hostil, apareció misteriosamente en su carpeta. Aunque al principio pensó que se trataba de alguna burla cruel, la sorpresa y la incredulidad se apoderaron de él al descubrir que contenía una carta de amor.

La firma al final de la carta lo dejó sin aliento: era de la presidenta del consejo estudiantil, la enigmática y hermosa joven que todos admiraban en la escuela. En ese instante, la esperanza renació en su corazón, y una chispa de alegría brilló en sus ojos cansados.

Con el corazón acelerado, vigiló cada minuto pasar en el reloj hasta que llegó el momento acordado. Con pasos llenos de anticipación, se encaminó hacia el lugar designado, la azotea de la escuela. Cada escalón ascendido era un paso hacia un destino incierto, pero su corazón latía con la promesa de un cambio. Al abrir la puerta de la azotea, una escena surrealista se desplegó ante sus ojos: allí, al final del camino, lo esperaba ella, radiante y serena, como una visión de esperanza en medio de su oscura realidad.

Cuando dio un paso hacia ella, ingresando a la azotea, sintió el chorro de agua fría caer sobre su cabeza, descendiendo por su cuerpo congelando cada rincón de su piel. La sensación lo estremeció, pero antes de que pudiera reaccionar, una nube de polvo blanco cubrió su presencia, revelando la travesura: harina.

En medio de la risa y las burlas que llenaban el aire, pudo distinguir las voces familiares de sus compañeros de clase. Los observaba con cámaras en mano, grabando cada segundo de la humillación con una mezcla de diversión y crueldad. Incluso la presidenta, en toda su distinción, no pudo resistirse a la tentación de unirse a la mofa, riendo mientras intentaba contener la risa.

—El perdedor realmente se creyó que me había enamorado de él —sus palabras resonaron con un desdén despiadado. —Ni siquiera puede defenderse. Jamás podría enamorarme de alguien así. Qué asco —su voz llevaba un tono de superioridad que cortaba como un cuchillo afilado.

Uno de sus compañeros, descendiendo del techo con una bolsa de harina vacía, agregó: —Les dije que esto sería oro. Solo miren su horrible cara. Quiere llorar. —El eco de la humillación se propagaba con cada risa y cada palabra de desprecio.

El enojo y la frustración lo invadieron, su corazón latía con furia contenida y una tormenta de emociones se desataba en su interior. Las lágrimas amenazaban con escapar, pero luchaba por mantener la compostura. Agachó la mirada, tratando de ocultar la vulnerabilidad que se asomaba en sus ojos.

Sacerdotisa de la Oscuridad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora