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Abro los ojos rápidamente, estoy asustado, muy asustado. Respiró hondo, mientras volteo a ver mi mesita de noche. El reloj marca las tres de la madrugada, ¿Qué está pasando? Luis está muerto, ya no puedo hacer nada por él, aunque eso es lo que más quisiera, no puedo hacerlo.

—¡Daniel!

Progenito aparece junto a mí, me mira con una sonrisa en el rostro, para luego lanzarme de la cama, caigo de golpe al suelo.

—¡Aush!

Me levantó adolorido, me duele un poco el brazo. Progenito se ha esfumado. La puerta se abre de golpe, por ella entra Carlos un poco confundido.

—¿Qué te pasó? —pregunta Carlos viéndome lejos de la cama.

—Me caí de la cama, ¿Qué no ves?

Caminó hasta la cama y subo en ella, me recuesto y puedo darme cuenta que Carlos me observa realmente sorprendido, él está descubriendo algo que no debe.

Cierro los ojos disimulando dormir para que Carlos se vaya de mi habitación, pasan los segundos y escucho pasos dirigirse a la puerta.

—¡Me voy!

Escuchó que la puerta se cierra de golpe, por fin Carlos se ha ido, abro los ojos y volteo a todos lados intentando distraerme un poco.

***

—Daniel, Despierta —mencionan junto a mí.

Abro mis ojos y Flor se encuentra abriendo las cortinas, ella me observa con una pequeña sonrisa marcada en el rostro.

—Baja a desayunar —Flor dice, para luego salir de mi habitación.

Me colocó mi uniforme y salgo de mi habitación, bajó las escaleras y veo que todos ya se encuentran alrededor de la mesa, me acerco a mi lugar sonriendo.

Tomo asiento para desayunar, una gran plática después tomó mi mochila y salgo de la casa.

El camión escolar ya me espera, subo en el, veo como de costumbre el asiento donde solía sentarme con Luis. Ahora me siento con Grace y Diego.

—¡Hola Daniel! ¿Cómo estás? —Diego me saluda.

—¡Hola Grace, Diego! Estoy bien.

Miró por la ventana, mientras el camión llega a la escuela. Todos bajamos de el, la maestra y la enfermera se encuentran en la puerta.

Me parece algo extraño verlas en la puerta, abro los ojos del asombro al ver un oficial de policía junto a ellas.

—¿Qué creen que esté pasando? —le preguntó a Grace y Diego.

Ellos me miran, luego se miran entre sí, mientras los tres caminamos a la puerta principal.

—Creo que vienen por la muerte de Luis, su madre no dejará la muerte impune.

Diego comenta, yo me asusto un poco, pero que cosa mala podría pasar, tome el cuchillo del bote, no tienen nada contra mí, eso esperó.

—¡Joven Foster! ¿Quisiera hablar con usted?

La maestra me mira sonriendo, yo la miró con horror y más porque el policía saca una libreta de su chaleco.

—¿Dígame? —susurró, con un poco de miedo.

La enfermera toma mi mano y nos dirigimos a su oficina, yo sólo caminó tratando de tranquilizarme.

El policía toma asiento en el escritorio y yo en una pequeña silla, que la enfermera ha acercado, luego veo que el policía saca una pluma y me mira fijamente.

No mires bajo tu camaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora