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Corro lo más rápido que puedo, hasta llegar a un agonizante Diego, que se encuentra en el suelo, él me ve con sus ojos cristalizados.

—Daniel, yo no quería morir, no de esta manera —Diego susurra, puedo ver que escupe un poco de sangre.

Algunas lágrimas salen por mis ojos, no se que hacer. Diego morirá y no puedo hacer nada para evitarlo.

—¡Tranquilo, iré a buscar ayuda, espera aquí! —le digo poniéndome de pie.

Me dispongo a correr, pero escucho la voz de Diego diciéndome que me detenga.

—No lo hagas, ya es muy tarde... y no quiero morir solito.

Veo como Diego escupe un poco de sangre en el frío suelo. Veo ese tubo en su estómago, no quiero morir yo de esa manera.

—¿Qué tal Nadia? ¿Conoció a Grace? —pregunta Diego con lágrimas en sus ojos.

—Sí, yo quiero que tu también la conozcas, es una gran persona al igual que tu —le susurró en voz baja.

Veo todo a mi alrededor, no hay nada que hacer por Diego, él morirá hoy y todo por mi culpa.

—¡Cuéntame! ¿Por qué Progenito te eligió a ti? —pregunta Diego, está vez esta temblando demasiado.

—Llego con la cama de la abuela, no tengo ni la menor idea de porque me eligió a mi.

—¡Qué mal! Él dijo que todos morirán, tienes que cuidar a Grace, no quiero que termine como yo —Diego comienza a temblar más y más.

Progenito aparece junto a Diego y mueve el tubo que está incrustado en el estómago.

Tan sólo soy testigo de como Diego se retuerce del dolor que ha sentido y escupe un montón de sangre.

—¿Sabes como te conocí? Fue aquel día en que tu abuela compro la casa, yo estaba en el sótano debajo de la cama y tu entraste a ver el sótano, ¿Lo recuerdas?

Progenito me mira y también Diego, ahora recuerdo todo. Progenito vivía en la casa nueva de la abuela.

—¡Quiero escuchar la historia! ¿Puedes contarmela? —oregunta Diego, ahora está sudando demasiado.

—Claro, todo comenzó...

Tiempo antes...

Me encuentro jugando a los videojuegos con Luis, todo parece indicar que Luis ganara esta vez.

—¡Te ganaré Daniel! —comenta Luis sonriendo.

—¡Eso ya lo veremos, Luis! —gritó intentando ganarle.

Sonreí un poco y luego seguimos jugando. Mamá entra por la puerta y se dirige a la televisión y la apaga en medio de un juego muy importante.

—¡Mamá! ¿Qué has hecho? —le preguntó confundido.

—Lo siento, pero, iremos con la abuela, la ayudaremos a que eliga una casa nueva.

—¿Puedo ir con ustedes señora Foster? —pregunta Luis sonriente.

—Si tu mamá te da permiso, con mucho gusto vas.

Los dos nos ponemos de pie y salimos de la habitación, para luego bajar las escaleras detrás de mamá.

—¡Rápido, La abuela nos espera! —grita papá desde el auto.

Luis y yo subimos salimos de la casa y subimos al auto, junto a Carlos y Flor.

—¡Primero pasaremos a casa de Luis!

Papá conduce, hasta que llegamos a casa de Luis. Mamá y Luis bajan del auto, mientras nosotros esperamos.

No mires bajo tu camaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora